Algo me une con un diputado del Congreso, pues visto el
apellido tenemos muchas papeletas de ser parientes de sangre, salvo que el
político sea adoptado, cosa que tampoco me extrañaría visto el pelaje del
elemento.
Mi “primo” el Rufián nació en 1982, año en el que la Copa del
Mundo celebrada en España se inauguraba en Barcelona, dice que es hijo de emigrantes
andaluces, de Jaén y Granada, aunque otras fuentes me comentan que sus padres
ya nacieron en Cataluña y que fueron sus abuelos los originarios esas
provincias, pero qué más da. A Gabriel Rufián eso le importa poco, porque dudo
que haya visitado en muchas ocasiones Andalucía…
Eso sí, mi “primo” el Rufián es más listo que el Pere de turno, del que
hablamos hace unos meses, y ha sabido dejarse utilizar por el separatismo
catalán. Gabriel Rufián es un charnego, pero no porque se lo digan desde el PP
o Ciudadanos (que nunca lo dicen), es un charnego porque se lo dicen sus amigos
los separatas, de modo despectivo, por ser hijo de andaluces, o de murcianos, o
extremeños…, ese es el verdadero charnego, al que, los que se suponen que
tienen 8 apellidos catalanes, miran por encima del hombro. Y tenían que escoger
a un charnego porque queda muy bien eso de un charnego separata, y Rufián fue
el elegido. Eso sí, un charnego sin dignidad.
Lo de Gabriel Rufián, en realidad, es una pena. Porque él que,
al igual que otros muchos, debería ser un ejemplo de integración entre las
tierras de España no ha querido verlo así. Y para sentirse integrado por una
parte de Cataluña no ha dudado en hacerse separatista, aunque para ello haya
tenido que adoptar la figura del charnego independentista. Es como el que emigra
y lo primero que hace es comprarse la camiseta de la selección nacional de
fútbol de su país de destino, creyendo que así lo mirarán como uno más. Ese es
Gabriel Rufián, un charnego sin dignidad.
Y lo raro es que no se haya cambiado el apellido y haya
pasado a ser Rufià (algo que me habría encantado, la verdad), porque ya ha
permitido en alguna ocasión que se refieran a él de esa forma. Degradándose
todavía más, quedando como un charnego sin dignidad.
Este Rufián, que además hace gala de antifranquista, a lo
mejor debería estarle muy agradecido al dictador, porque gracias a sus
políticas de beneficio hacia Cataluña, instalando industrias desterradas desde
otras partes de España (como la textil) y desarrollando importantes infraestructuras,
sus antepasados emigraron a esa tierra. Y gracias a eso él ahora ocupa escaño
en el Congreso.
A lo mejor ahora que viaja gratis aprovecha para conocer sus
orígenes. Y se da cuenta que los Rufianes de Andalucía no son tan malos, aunque
se sientan españoles. Y se da cuenta, de una vez, que es un charnego sin
dignidad, aunque ahora viaje gratis total. Se lo dice un catalán andaluz, vamos,
un español, muy orgulloso de haber nacido en Cataluña y más aún de ser andaluz
pero, sobre todo, español.
Revista Política
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