Revista Viajes
Vuestro bloguero favorito, el gran Sorokin, se ha tomado un par de semanas de asueto en la península ibérica, en concreto en España. Lleno de alegría y energía y con absoluto desprecio del peligro de encontrarse algún corrupto por el camino, un servidor se decidió a ir primero a Segovia y luego a Cádiz. Ya sé lo que me vais a decir, que podía haber elegido dos sitios un poco más cercanos entre ellos, pero, ¡diablos!, uno que ha visitado medio mundo y atravesado océanos, no se va a amilanar por una cosita así, 500 Km más o menos, así es que, la decisión estaba tomada. Eso sí, como no quiero daros la brasa en exceso, voy a dividir el artículo en dos capítulos. Uno para Segovia y otro para el resto. De nada, colegas. Ya sé que apreciais este esfuerzo.
Pues a lo que voy, que empecé por Segovia, más que nada para enseñarle a mi acompañante como nos devoramos a pequeños animalillos, como este que se ve en la foto: (bueno, y de paso ver el acueducto y esas cosas)
Tal vez algunos de mis lectores se estremezcan al ver tan tierna criatura dispuesta a ser consumida. Ya lo sé, ya lo sé. Pero tengan sus mercedes en cuenta que ello es una larga tradición, y no se hace para divertirse como lo de alancear toros y otros simpáticos deportes españoles. No. Se hace para comer. Además, Segovia entera es un homenaje a los cerdos (como se decía antes: perdón por la forma de señalar). Se pueden ver en las calles:
Y en las veletas a la luz de la luna:
Aunque hay otras gentes que prefieren dejarlos crecer y consumirlos como jamón ibérico. La verdad es que yo soy más de esta segunda clase de gente:
Pero, en fin, como la tradición es la tradición, el primar día fuimos a Casa Duque, asador de toda la vida y del que yo conservaba recuerdos de mis tiempos mozos, cuando íbamos desde Madrid, nos empujábamos un cochino con bien de vino y luego volvíamos ese mismo día. (No hace falta que lo sepa la Guardia Civil, además, el delito ya ha caducado).
Duque sigue siendo muy aparente, y sus cochinillos quedan muy bien tostaditos:
Mucho espectáculo y mucha parafernalia, con el rito de partir el cochinillo con un plato y esas cosas:
Pero, un servidor piensa que ha comido mejores cochinos. Además, si te inflas de cerdito, puedes acabar como este personaje, que casi se está transformando en antropófago. Sobre todo si lo comes la noche de difuntos:
Total, que la segunda noche cambiamos de tercio y decidimos hacerle caso a TripAdvisor que recomienda el Mesón "José María" como el mejor de Segovia. Dicho y hecho:
Además, ya cansados de cerditos nos decidimos a atacar un cuarto de corderito asado:
Qué maravilla, colegas, buenísimo. Y eso que la costa del cordero queda un poco a trasmano, en Sepúlveda y Riaza, pero nada. Este estaba delicioso. Y el vino de la casa es algo espectacular:
No os inquietéis, que vuestro bloguero estaba en un hotel, al ladito del restaurante, el "Infanta Isabel", que os recomiendo, si caéis por Segovia. No cogí el coche (agarré, vaya, mis amigos del otro lado del charco) en los dos días. En el hotel se lo llevan, te lo guardan, y te lo devualven el día que te vas.
Y una vez cumplido el rito del cochinillo y del cordero, podéis dedicar el día a pasear por Segovia. Sobre todo si hace solete, como fue el caso. Ver la catedral desde el Alcázar y hacerle una foto. (No digo ver la Catedral, porque la mera visita cuesta dinero, no sé adonde vamos a llegar):
Y, desde luego, una visita a alguna confitería, como esta, que estaba al lado del hotel, y probar el ponche segoviano. De verdad, inolvidable.
Bueno, me detengo aquí. El próximo día seguiré con el capítulo 2. "La costa de Cádiz". Besotes a todos y -especialmente- a todas