No hay que ser un gran sabio para reconocer que la izquierda vive una crisis paradigmática, no sólo en en plano de la praxis política en todos los rincones del globo y especialmente en latinoamérica, sino que también en sus planteamientos teóricos y filosóficos.
Uno de los factores que contribuye en esta crisis es la distancia entre lo prometido y lo que en la práctica se implementa en nombre del Socialismo. Un proyecto político que en su discurso plantea que el Socialismo es un sistema político y económico que ofrece a la sociedad justicia, igualdad, emancipación, es decir que busca generar condiciones para la plena realización de las capacidades humanas y satisfacción de sus necesidades, debe demostrar, en la praxis, allí donde gobierne o logre grados de influencia y poder, resultados que demuestren esta condición superior o de mejoramiento cualitativo que lo inspira.
Justamente la contradicción entre lo que se ofrece y lo que finalmente resulta, como ocurre en Venezuela, es lo que hace que mucha gente dude acerca de las verdadera bondad o situación cualitativamente superior del Socialismo como proyecto político, económico y social. Y lo que aparentemente es un avance en la construcción se convierta, al final del camino, en un retroceso.
A los ojos de un ciudadano común y corriente si el Socialismo no logra ofrecer un sistema de vida mejor al que tenían bajo el sistema capitalista, entonces aquel socialismo inevitablemente estará condenado al fracaso porque sólo podrá sostenerse bajo el uso de la opresión y perderá la legitimidad social y política necesaria para sustentar cambios revolucionarios.
Ahora bien una crítica de esta índole no significa una renuncia a los principios orientadores del socialismo como a algunos les gustaría afirmar, al contrario es parte de una reflexión y búsqueda necesaria acerca de los desafíos de los movimientos de izquierda de latinoamérica y el mundo acerca de sus fines y de sus medios, acerca del significado último del proyecto socialista, de sus logros y fracasos, de su fundamento y necesidad, de su actualidad y su posibilidad de dar a luz un nuevo orden político, económico y social. Todo esto debe ser debatido de manera abierta, sin dogmas, porque ya llevamos décadas aferrados a viejos paradigmas que no logran dar cuenta de los cambios que están ocurriendo en el mundo y vemos como movimientos, reivindicaciones y discursos van perdiendo vigencia y legitimidad e influencia en las masas que dicen representar.
El planteamiento anterior que nace de la contingencia, es un borrador que busca ser un punto de partida a una reflexión más ambiciosa, que no puede ser solo individual sino que requiere de un ejercicio plural, respecto a si es moral y naturalmente necesario la construcción del Socialismo como un sistema que venga a superar al Capitalismo como sistema político,social y económico. Será esto el resultado natural de la evolución de las fuerzas de historia o este curso no está aún definido y nos espera un futuro más bien oscuro o caótico, por decirlo de una perspectiva pesimista. Es el socialismo una utopía, un espejismo o una necesidad histórica resultado de la evolución de la sociedad?.