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De ‘Suck for Luck’ a cómo perder a un QB franquicia en siete años

Publicado el 26 agosto 2019 por Primeroydiez @Primeroydiez
De ‘Suck for Luck’ a cómo perder a un QB franquicia en siete años

Este fin de semana la NFL se conmocionó con la noticia del retiro de Andrew Luck tras apenas siete temporadas como profesional. Y como hay muchas reacciones al respecto, aquí va la mía: este anuncio es la mejor radiografía del mal manejo que sufrió esta franquicia con Ryan Grigson como gerente general.

La recompensa del “Suck for Luck”

Cuando vino la debacle del 2011 por la lesión de Peyton Manning, los Colts hicieron el cambio completo: trajeron nuevo gerente general, Ryan Grigson, y también trajeron a un nuevo head coach, Chuck Pagano. Ambos tomaron la decisión de ir por un quarterback joven, y el mejor prospecto era el QB de Stanford, Andrew Luck.

De hecho durante aquel 2011 más de un equipo se involucró en la campaña “Suck for Luck”, que básicamente proponía que los equipos perdieran de manera intencional con la intención de obtener la primera selección global del Draft 2012 y tomar a Luck. Los Colts quedaron en ese puesto tras terminar 2-14 sin Manning, así que en teoria ellos fueron los ganadores de dicha campaña.

Y al principio parecía que todo iba de maravilla. En sus primeros tres años los Colts de Luck terminaron con marca de 11-5 y con un boleto a playoffs. Andrew Luck era todo lo que se había prometido: un QB franquicia con todo el talento necesario para dirigir a un conjunto de NFL hasta la postemporada de manera constante, y con la capacidad de regresar en los partidos complicados. Vamos, aquel juego contra los Chiefs en la ronda de Wildcard de la temporada 2013 fue una joya: de ir perdiendo por 28 puntos al medio tiempo los Colts terminaron ganando 45-44, con Andrew Luck pasando para 443 yardas con 4 pases de anotación.

Lamentablemente la historia de Luck comenzó a caer a partir de ahí.

Los años de lesiones

Después de tres años de éxito las lesiones empezaron a plagar al quarterback de Indianapolis, en gran parte por la falta de talento en la línea ofensiva. En 2015 se perdió siete encuentros, en 2016 uno y después de eso vino el caso de la temporada 2017 donde no jugó en ningún partido después de que Jim Irsay aseguraba durante el training camp que estaría listo para el partido inaugural.

Ese 2017 es, en retrospectiva, la mejor muestra de todos los malos manejos de los Colts durante la era Luck. Ryan Grigson se pasó su etapa como gerente general seleccionando jugadores de poco impacto a largo plazo, tomando solamente dos linieros ofensivos en primera ronda en su estancia. Y no solamente eso, tomó un guardia (Jack Mewhort, 2014) y un centro (Ryan Kelly, 2016) con esas selecciones. ¿Tackle ofensivo? en los cinco años de Grigson como gerente de los Colts se tomaron un total de tres tackles, ninguno antes de la tercera ronda y dos por debajo de la quinta.

Ese menosprecio por una de las posiciones más importantes de la ofensiva, sumado a las malas selecciones hechas, provocaron que Luck fuera castigado constantemente. En 86 partidos como titular Luck sufrió de 174 sacks, y cada uno de esos golpes fue cobrando factura a la larga.

El futuro sin Luck

Lo más triste para los fans de los Colts es que ahora las cosas han cambiado y el roster es mucho más sólido tras la llegada de Chris Ballard como gerente general. Como ejemplo está la llegada de Quenton Nelson, el guard que ayudó a anclar la línea ofensiva y que se volvió All-Pro en su temporada de novato. Casualmente en 2018 Luck solamente fue capturado 18 veces, la cifra más baja para él en una temporada completa (en las otras había sido capturado 41, 32, 27 y 41 veces).

Lamentablemente esa protección llegó demasiado tarde. Andrew Luck ya estaba “roto” y mentalmente no pudo soportar más el ciclo de lesiones y rehabilitación al que había estado sometido desde 2016.

Así que ahora el equipo de Jim Irsay debe afrontar el futuro sin Luck, aunque con una buena noticia: el conjunto que se ha construido en los últimos dos años ha generado una mejor base, y este roster ayudará mucho más a Jacoby Brissett de lo que pudieron hacer en 2017.

Y Jim Irsay debe hacer una profunda reflexión: su indecisión sobre cuándo despedir a Grigson provocó que los Colts se quedaran sin el sucesor de Peyton Manning mucho antes de lo previsto. Y la culpa es totalmente de él, que dejó que todo esto pasara.


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