Revista Opinión

De treguas, luchas armadas, atentados y despidos

Publicado el 11 enero 2011 por Eowyndecamelot

Lancé mi penúltimo bostezo. Que los amos de aquel castillo considerara que sus hijitas, que ya habían pasado con creces la edad de merecer, necesitaban una guardia armada que las acompañara en sus devociones matinales en la cercana iglesia, en sus bucólicos paseos por el bosque para buscar florecillas silvestres, setas, caracoles o lo que sea que busquen las doncellitas hoy en día, no estando amenazado por ningún señor de la guerra en esos momentos, era una garantía para mi supervivencia pero no se relacionaba por ningún lado con mi realización personal.
-Estos tipos son la hostia -le comentaba a un colega en la defensa de las ya granadas adolescentes, mientras las susodichas corrían detrás de las mariposillas del bosque-. Deberían firmar ya un alto al fuego permanente, de carácter general e internacionalmente verificable. Un compromiso firme con un proceso de solución definitivo, y todas esas cosas. Así estaríamos todos un poco más tranquilos.
-De tus extrañas palabras, como es habitual -el compañero era un viejo templario renegado reciclado en soldado de fortuna, y por tanto su nivel cultural era un poco más elevado de lo común en la soldadesca medieval, y desde luego mucho más que entre los televidentes del siglo XXI- me parece colegir que no crees en el poder de las armas, lo que convierte a tu presencia aquí, bajo esa cota de malla y empuñando esta espada, en un contrasentido.
-No obligues a expresar mi opinión sobre la lucha armada -le advertí-. Puede llegar a ser muy, pero que muy, políticamente incorrecta.
-No nos oye nadie -instó él-. ¿No dices que esa cosa rara del futuro en la que escribes, el blog ése, apenas tiene audiencia?
-También tienes razón -concedí-. Mira, creo todo esto es una gran mentira. Como el resto. Las razones por las que ciertos grupos armados luchan nunca son las que esgrimen. Tampoco sus ofertas de paz lo son. Todo responde a un entremado demasiado grande de intereses, con aliados que no nos imaginaríamos nunca. O tal vez sí. En el siglo XXI, en España, el diálogo, o la confrontación, entre la extema derecha y el terrorismo abertzale es demasiado fluido para ser auténtico: ambos grupos se necesitan demasiado. ¿Podemos entender cualquier manifestación de disolución o tregua como algo diferente de un estadio más del tira y afloja entre ellos? No me creo capacitada para juzgar. Me faltan experiencia y conocimientos. Pero desde luego todo me parece muy sospechoso.
Mi compañero meneó la cabeza, no muy convencido.
-¿No son ideas como ésas las que reciben el nombre de conspiranoia?
-No te diría que no -admití-. En cualquier caso, yo no derramaría sangre inocente por algo tan intangible como una forma política, a no ser que se estuviera dando una situación real de abuso del poder.
-¿Cómo cúal, por ejemplo? -me desafió.
Medité durante unos momentos.
-Podía hablarte de la injusticia -dije al fin-, pero prefiero mencionar el horror. En la Edad Media conocemos ya no pocos horrores. Pero la saña con que en el siglo XXI se atenta contra los más débiles es francamente inombrable. Hay países o colectivos sobre los que recae todo el peso del dolor que enriquece y empodera a otros, y lo que es peor es que los enriquece y empodera por encima de cualquiera de los límites del uso que de este poder y de este dinero puedan efectuar en su vida. La historia de la codicia y la cobardía ha convertido a lugares como África, como Haití, en verdaderos infiernos donde los horrores superan cualquier capacidad humana. Me pregunto constantemente por qué dejo que algo así sucede. Yo y todos. Pero no se puede señalar a alguien con el dedo en un mapa, y esperar que no mueran inocentes, en el caso de que el señalado o la señalada no lo fuera. Hay que ser prudente, y pretender que se detenta la verdad absoluta es la mayor de las imprudencias. Vamos, que todo esto constituye un verdadero dilema.
-Presiento que hay muchas cosas que no dices -adivina mi interlocutor.
-Es posible -guiño un ojo-. Es la ventaja de ser un misterio en dos épocas. Pero ¡ojo! Estamos llegando al castillo y creo que nuestros amados jefes se dirigen hacia nosotros con algo que tiene todo el aspecto de un pergamino de despido.
En efecto. Orondos y orgullosos de sus éxitos en la vida, que se disolverían el polvo como los fracasos de los demás, nuestra pareja de amos y señores nos esperaba.
-No estamos satisfechos de vuestro trabajo -nos espetaron, sin solución de continuidad-. Las niñas están cada vez más levantiscas desde que se relacionan con vosotros. Les metéis extrañas ideas en la cabeza y a este paso no van a encontrar un marido aceptable, a pesar de su cuantiosa dote. Además, no nos gustó nada que secundarais la huelga de brazos caídos de la pasada Fiesta de la Vendimia. Sois un lamentable ejemplo para el resto de los trabajadores. Así que pillar los maravedís que se os deben y a tomar por culo, que ahora el gobierno nos lo pone a huevo.
Nuestras reiteradas sospechas de que algo así acabaría por producirse no evitaron que en el momento en que sucedió la sorpresa nos dejara momentáneamente sin palabras. Pero tardamos poco en recuperarnos.
-Al carajo -manifesté-. De todas maneras ya estaba un poco hasta los ovarios de que las niñas invocaran mi criterio femenino cada vez que dudaban qué peinado las favorecería más o qué afeite se adecuaría mejor a la textura de su cutis. Aunque probrecillas, hay que reconocer que no les han enseñado otra cosa. De todas maneras, me alegraré de que nuestro próximo trabajo sea un poco más divertido.
Y entonces, como si la Providencia, o su equivalente satánico, hubiera escuchado mis palabras, un derrengado mensajero a caballo nos alcanzó a toda prisa y profirió, entre jadeos, la siguiente pregunta (después de detener su cabalgadura y aparcarla convenientemente, claro está):
-¿Sois acaso la famosa Eowyn de Camelot y su compañero el templario renegado?
Le observé con aprensión.
-A esos nombres respondemos, en efecto, pero dudo que servidora de vos sea famosa en algo.
-He recorrido miles de millas hasta dar con vosotros -prosiguió. ignorándome-. Mi amo me ha mandado encontraros, cueste lo que cueste. Ha oído hablar de vuestra pericia con la espada y la lanza y quiere contrataros para su escuadrón de torneos. La paga es más que generosa y las condicones laborales son muy apetecibles. ¿Qué me decís?
Me volví hacia mi compañero, sin tenerlas todas conmigo.
-Obviamente estas cosas no pasan en la vida real -aseguré-. Aquí hay gato encerrado.
Él se encogió de hombros.
-¿Y qué otra opción tenemos? (Continuará…)

¿Qué nueva jugarreta del destino le aguarda a nuestra heroína Eowyn de Camelot? ¿Conseguirán su eternos enemigos darle caza y someterla a torturas sin cuento en las más lóbregas mazmorras imaginables? ¿Confesará Belén Esteban que es lesbiana en la próxima emisión de ‘Sálvame’? ¡No se pierdan la próxima entrega de este emocionante serial!

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