La zaragozana Paula Ortiz debuta en el largometraje con De tu ventana a la mía, un análisis del alma femenina en sentido amplio (amor/desamor, valentía, coraje...) en el que Leticia Dolera, Maribel Verdú y Luisa Gavasa confieren carisma a tres personajes enmarcados en ambientes heterogéneos entre sí (el campo, la montaña, la ciudad), y en diversas etapas del siglo XX: los años 20, los años 40 y los años 70.
Tan sólo por el propio tema de la película y su estructura narrativa este film merece, como mínimo, el calificativo de arriesgado; si se tiene en cuenta que ya de por sí el poco querido cine español necesita para despegar en estos tiempos que corren lamentables productos que tan alejados están de la definición común que caracteriza al buen cine. Sin embargo a la valiente Paula Ortiz no le tiembla el pulso a la hora de abordar esta historia a su antojo, con unos personajes en los que cree y con altas pretensiones intelectuales. Que el público responda o no en taquilla es otra historia.
De tu ventana a la mía (arriba)
Días del cielo (1978, T. Malick) (abajo)
Las elipsis temporales recorren el film en su totalidad, avanzando paralelamente a través de las historias. Un cuidado diseño de producción, la estilizada fotografía y la excelente utilización de la banda sonora sirven a la directora novel como notabilísimos recursos en los que apoyar su guión para contar los tres relatos, de semblante distinto pero que en esencia nos hablan de lo mismo. Ortiz demuestra poseer un maduro sentido de lo visual, algo quizá inusual en las óperas primas de nuestro país, consiguiendo una belleza sublime en cada uno de los encuadres que capta con su cámara; al mismo tiempo que sabe jugar con el lenguaje simbólico (el color rojo, las mariposas, etc.).
Pero De tu ventana a la mía parece conformarse con su cúmulo de buenísimas intenciones y su factura técnica impecable. A la hora de transmitir emociones la película se queda corta. Su poesía no trasciende como debiera la pantalla, de ésta tan sólo emerge un aura que a ratos transmite indiferencia ante las vidas que suceden delante de nuestros ojos. Ahí es donde el film encuentra su tendón de Aquiles. El maestro Malick al que Paula Ortiz homenajea y emula en su primer trabajo sí logra transmitir sobremanera emociones con su discurso poético; pero ahí es donde el macizo edificio levantado necesita de pilares de mayor firmeza. Erigimos sin duda a Ortiz como compleja narradora y brillante creadora de hipnóticas imágenes, pero el siguiente paso consiste en dejar en nuestro espíritu una huella imborrable, ya que el inmenso trabajo lo merece. En cambio, su universo no logra absorber en su justa medida. Tan sólo se queda a medias.
Con todo, alabamos la valentía demostrada a la hora de realizar un trabajo tan distinto dentro del cine español. Quizás en nuestro país el ejemplo más cercano sea el olvidado Víctor Erice, magnífico artesano de increíbles imágenes y microcosmos propio. Nos atrevemos a sostener que desde entonces tan sólo Paula Ortiz se ha atrevido a mostrar un relato de forma tan intimista (ni siquiera Julio Medem, refererencia que algunos críticos han encontrado también en De tu ventana a la mía).
Pese a las pequeñas debilidades ya mencionadas, es imposible no percibir que estamos ante el nacimiento de una cineasta como la copa de un pino, que no sólo sabe contar una historia a su manera al margen de las exigencias del mercado, sino que también logra arrancar de sus actrices unas memorables interpretaciones. Estaremos pendientes de la carrera de esta nueva cineasta. Por fin algo diferente dentro del tan denostado y maltratado cine español.
EDUARDO M. MUÑOZ BARRIONUEVO
LOS COMENTARIOS (1)
publicado el 31 marzo a las 01:27
He visto la cinta, y me ha gustado, sin ser ningún experto en la materia, me a encantado , por la belleza de sus fotogramas, por la magia, que desprende, por la buena interpretación, de sus actores, por su exquisita dirección y la sutileza del guión, recreandose en las historias sencillas, que pasaron en diferentes epocás, a personas sencillas y que representan los valores encerrados antes la desgracia personal de cada una, a salir hacia adelante. De Diez