San Juan Anglico.
Iglesia de los trinitarios,
Castelgandolfo.
Nació Juan en Londres, a inicios del siglo XII, luego de que sus padres hicieran un voto a San Juan Evangelista, pues no podían concebir hijos. Y por ello le llamaron Juan, en honor al apóstol. Su leyenda cuenta que, siendo amamantado jamás mostró ansia por el alimento y que ocurrió que su madre olvidó darle el pecho por tres días (!) y cuando se lo dio, el bebé Juan se alimentó con gran parquedad, como si de un adulto austero y penitente se tratase. Tal austeridad se manifestó luego cuando empezó a comer otras cosas, no pudiendo soportar nada que tuviera carne o pescado, evidenciando el gran santo penitente que sería. En fin…
Fue un niño y adolescente muy caritativo, dándole a los demás sus ropas y zapatos, juguetes o comida. También fue muy bueno con sus hermanos menores, a los que ya daba ejemplos con solo 5 años. Muy pronto aprendió a acolitar la misa, y lo hacía cada día antes de tomar las lecciones en la iglesia de los Canónigos Regulares de San Agustín, donde sus padres tenían capellanía propia. Los Canónigos le apreciaban mucho y se quedaban admirados de como sabía responder lo correcto a cada cosa que se le preguntase. Además, viendo su aplicación y su piedad, sugirieron a su padre encaminasen al niño a estudios más avanzados. Su padre ya lo había pensado, y así lo refirió a los religiosos, pues pretendía que Juan fuese Doctor en Derecho. Pero un Canónigo, santo varón, dijo al hombre: "No es este ángel, señor, para estudios de la tierra, sino para los del Cielo, que para teólogo lo quiere Dios".
Ya joven, sus padres le enviaron a París para que estudiase la Filosofía y el Derecho Civil, pues lo demás ya Dios diría. Le proveyeron de una cantidad considerable de dinero para el viaje y para que pudiera mantenerse los primeros tiempos. Pero Juan gastó todo el dinero en limosnas que dio por el camino a los pobres y enfermos. Comenzó, pues, Juan en la Sorbona, y en breve era de los estudiantes más aventajados. Asistía a misa diaria, no se juntaba sino con los amigos piadosos y solo se movía de la Universidad a donde vivía, desviándose solo para visitar alguna iglesia. En la Universidad conoció al santo padre San Juan de Mata (17 de diciembre y 7 de mayo, traslación de las reliquias) y al Beato Guillermo Scoto (13 de mayo) y con quienes estudió la Teología.
El 28 de enero de 1193, octava de Santa Inés (14, 21 y 28 de enero; 5 de julio, Iglesias griegas) San Juan de Mata cantaba su primera misa y en ella tuvo la revelación acerca de que debía dedicarse a la redención de los cautivos, fundando una Orden religiosa. Juan se retiró a la soledad, donde según la leyenda conocería a San Félix de Valois (20 de noviembre), y Juan Anglico y Guillermo quedaron en París.
La Universidad quiso otorgarles una cátedra a cada uno, para seguir disfrutando de su presencia y elocuencia. Pero ocurrió que fallecieron los padres de cada uno, misteriosamente al mismo tiempo, sin tener nada que ver uno con el otro. Entonces ambos viajaron a Inglaterra, pues como eran los hermanos mayores, de sus respectivas familias, les tocaba repartir la herencia. Todo lo dieron a sus hermanos menores, renunciando a poseer riquezas y cuando cada uno había hecho lo suyo, se pusieron de acuerdo para volver juntos a París, para esperar a Juan de Mata. Vueltos a París, el obispo quiso ordenarles presbíteros, luego de oír alabanzas del abad de San Víctor, donde se hospedaban ambos jóvenes. Fueron ordenados juntos y juntos dieron clases en la Universidad, donde eran un gran ejemplo para los estudiantes, por sus virtudes y sabiduría. Cada día después de las clases, rezaban juntos y juntos salían luego a atender pobres y a pedir limosna para estos.
En los tiempos de vacación y fiestas, ambos iban a predicar la doctrina cristiana por los pueblos y ciudades circundantes. Y lo hicieron tan bien, que el obispo les pidió se dedicasen a ellos, como predicadores oficiales de la sede parisina. Viajaban a pie, ayunaban y se disciplinaban, para obtener frutos de sus misiones. Convirtieron a muchos e hicieron la paz entre facciones o familias enfrentadas. En este ínterin, regresó Juan de Mata de Roma, donde Inocencio III le había aprobado la Regla de la Orden. Ambos jóvenes, viendo en la redención de cautivos, la vocación de sus vidas, tomaron el hábito trinitario junto a otros jóvenes.
Junto al fundador y a su inseparable amigo el Beato Scoto, se fue Juan Anglico a Roma, donde construyeron el convento junto a la iglesia de Santo Tomás "in Formis". Allí tomaría el hábito, según la leyenda, San Roberto de San Juan (13 de abril), quien sería el primer mártir trinitario. Inocencio III encomendó a nuestro Beato y Guillermo Scoto, la que sería la primera misión redentora de los trinitarios en Marruecos. Allí llegaron el 22 de agosto de 1200 y comenzaron su labor misionera y la "compra" de los cautivos gracias a las limosnas que el papa les había dado para ello. Aunque no tenían permiso para ello, predicaban a los moros, convirtiendo a algunos, por lo cual fueron castigados varias veces, y no les quitaron las vidas por el respeto que el rey de Marruecos tenía hacia el papa Inocencio, en cuyo nombre iban los santos, cual legados. Pero al cabo de cinco meses no pudo soportar más el éxito que iban teniendo y les mandó volvieran al mundo cristiano. Regresaron Juan y Guillermo con 186 cristianos libres, que llevaron a Marsella, luego de una escala en Almería.
De allí ambos fueron a Roma, a hacer vida conventual, de asperísima penitencia, ayunos y oraciones. Después de esta redención quedó Juan Anglico en la casa de Roma. En una ocasión en que el fundador dispuso lo poco que tenían los religiosos para una redención en África, dijo el despensero a nuestro Beato: "Padre, que ha de comer la Comunidad? Y que se ha de dar a los enfermos, y pobres hoy? Porque nuestro padre se ha llevado toda la provisión de alimento, que había en casa". "Anda y mira bien" – respondió Juan Anglico – "que puede ser que te engañes". Y fue el despensero, y no solo halló la procura llena, sino con exceso, aunque un minuto antes la había visto vacía. Corrió el despensero a contarle el milagro a Juan Anglico, pero este le cortó el habla diciéndole: "Hijo, ese ha ido el premio de tu obediencia. Calla, y demos gracias a la Santísima Trinidad de lo que favorece a sus hijos".
Un tiempo después quiso San Juan de Mata que Juan Anglico y Guillermo Scoto le acompañasen a España, donde pensaba fundar algunos conventos. A pie, como mandaba la Regla, emprendieron el viaje, lleno de penurias, hasta entrar por Aragón y llegar a Castilla. Fundado el convento de Segovia, fue el Beato Guillermo su primer prior o ministro, y Juan Anglico fue enviado a Roma de prior. Allí destacó Juan en el ministerio de la predicación, siendo apreciado de los cardenales y del papa.
En 1212, cuando murió San Félix de Valois, Juan Anglico le reemplazó frente al convento de Cerfroid y Guillermo le suplió como prior de Santo Tomás "in Formis". En Cerfroid estaban muy apenados por la muerte del viejo fundador San Félix, pero apenas trataron a Juan Anglico, los religiosos se decían "un santo perdimos, pero hemos hallado un ángel". En Cerfroid Juan tuvo varas experiencias místicas y se dio a una ardua penitencia, de la que tuvo que reconvenirle Juan de Mata, pidiéndole no se excediese.
El santo Padre Juan de Mata murió el 17 de diciembre de 1213 y Juan Anglico fue elegido en 1214 para sucederle como Ministro General de la Orden Trinitaria. Quiso negarse el santo a tamaña empresa, cuando tuvo una visión de su ángel custodio le dio a entender, que la Santísima Trinidad lo quería por sucesor de San Juan de Mata. El Beato Guillermo pasó de España a Cerfroid y Juan Anglico volvió a Roma ya como General. En Roma lo primero que hizo fue visitar al papa Honorio III, quien le confirmó en el cargo y le ofreció su ayuda para la obra redentora de los trinitarios. Además, el papa le nombró teólogo suyo.
Juan Anglico participó en dos redenciones en Túnez, la primera de ellas acompañado por el Beato Edmundo de Kaneresburgo (21 de enero), logrando rescatar a 394 cautivos cristianos. Pero antes de ello tuvo que sufrir el santo varón prisión y castigos por predicar el Evangelio públicamente. Incluso le llevaron ante el rey, para que le condenase a muerte, pero este fue compasivo y le dejó libre. En la segunda redención que llevó a cabo el mismo rey le prohibió predicar el Evangelio a musulmán alguno, y Juan respetó al rey con tal de no perder la posibilidad de rescatar a los pobres cristianos presos. A estos sí les predicó y con doble celo. La tristeza de Juan Anglico por no alcanzar el martirio era profunda, y algo se alivió cuando pudo hacer una obra meritoria: supo de un niño huérfano, bautizado, el cual servía en el palacio del rey y se le instruía en la fe del Islam. Fue Juan adonde el rey y le pidió la libertad del niño, ofreciéndose él mismo en prenda hasta que le rescatasen, si era el caso. El rey accedió y el dueño del niño tuvo que entregarlo, con gran rabia. Y he aquí que el moro dueño de la criatura halló a Juan Anglico en una calle apartada y le pegó una paliza. Pasó por allí un musulmán que se compadeció del santo, indagó la causa de los golpes y, al saberlo, pagó el rescate del niño cristiano, quedando libre nuestro Beato para volver a Roma. Luego Juan enviaría al moro el dinero que él le había costado. De vuelta a Roma se desató una terrible tempestad, tanto que el piloto daba por perdida la vida, cuando el Beato mandó a todos invocaran a la Trinidad, y el mismo se arrodilló a pedir clemencia. Al punto, se aclararon los cielos y se serenó el mar.
Llegó Juan a Roma en 1215, al tiempo de la celebración del Concilio de Letrán, y fue designado por el rey de Francia como teólogo al mismo. En esta ocasión conoció a los santos patriarcas Santo Domingo Guzmán (8 de agosto; 24 de mayo, traslación de las reliquias; 15 de septiembre "in Soriano"), San Francisco de Asís (4 de octubre, 17 de septiembre, Impresión de las llagas; 25 de mayo, traslación de las reliquias a la basílica de Asís) y a San Ángelo Carmelita (5 de mayo), a quienes hospedó en Santo Tomás "in Formis", naciendo entre los cuatro gran amistad, según esta leyenda. Igualmente cuenta que estando en las sesiones del Concilio, al sentarse juntos Juan Anglico y Ángelo, un padre conciliar dijo "ahí está el ángel con el ángel", haciendo un juego de palabras con "anglico" y "angelo". A esto respondió nuestro trinitario: "El Ángel está sentado junto al pecador. El verdadero Ángel es el que pronto será venerado por toda la Iglesia", profetizando el martirio y gloria del protomártir carmelita.
Terminado el Concilio, los cardenales suplicaron al papa Honorio III le diese el capelo cardenalicio a Juan Anglico, pues habían quedado encantados con su predicación, razonamientos y piedad. El papa le llamó a su presencia y le dijo lo que pasaba. Pero juan Anglico se mostró tan triste ante aquello, que el papa no quiso afligirle y le consoló diciéndole que no le gravaría con cargo eclesiástico alguno. Sin embargo, logró del papa gran apoyo para fundar conventos trinitarios en su tierra, Inglaterra, una empresa en la que puso gran empeño a pesar de sus enfermedades.
Reliquias de los Beatos
Juan Anglico y Miguel "el Hispano".
Iglesia de San Carlino. Roma
El papa Honorio III mandó se celebrasen solemnes funerales, corriendo él con los gastos, debido a la pobreza de los trinitarios. Durante 4 días estuvo el santo cuerpo expuesto, durante los cuales obró numerosos portentos a los devotos. Fue sepultado junto al santo fundador San Juan de Mata para que igualmente sus reliquias recibieran culto. Actualmente una porción de ellas se veneran en la iglesia trinitaria de San Carlino "Alle Quatre Fontane", en Roma.
Fuente:
A 17 de junio además se celebra a:
San Salomón de
Jerusalén, rey.
San Manuel de
Persia, mártir.
San Adolfo de
Torney, obispo.