Revista En Femenino
De un tal Pérez y otros momentos del año (por Arantxa)
Publicado el 20 diciembre 2012 por ImperfectasEste es mi último post del año. Ha sido algo agridulce, pero tampoco deseo que acabe, porque los cambios me dan miedo. El 2012 ha sido uno de esos años que ratifican mi teoría de las compensaciones: la vida te da y te quita, y por cada cosa amarga hay una dulce.
Vamos con lo que te da, que siempre es más agradable que su contrario: unas hijas que empiezan a volverselocas con las lacas de uñas, los pintalabios y cuya personalidad se va afianzando. Unas niñas a las que les encanta que me ponga un vestido y taconazos y hasta me aconsejan. Una complicidad entre nosotras que va creciendo y que no había cuando eran bebés. Espero que no la perdamos, porque aunque soy ante todo su madre y no aspiro a convertirme en su amiga, me encanta que me ayuden a elegir zapatos, bolso o un top. Es curioso porque en mi primer embarazo pensaba que mi bebé sería un varón y si ahora tuviera dos chicos no luciríamos minifalda vaquera en verano las tres a juego. A cambio, me dicen, la adolescencia con niñas me traerá otros quebraderos de cabeza y la realidad nos sacará de este mundorosa (literal, parece que no haya un color más maravilloso en el universo cromático), pero es algo aún lejano.
Mis hijas ya no son tan pequeñitas, la pequeña acaba de cumplir cuatro. En julio a mi primogénita se le cayeron dos dientes. En realidad se los sacó la dentista, porque los definitivos no tenían hueco para abrirse y había que dejar paso a la savia nueva. Me hizo muy feliz contemplar la cara de mi niña al comprobar que el Ratón Pérez se había llevado sus incisivos inferiores y le había dejado algún obsequio. Además hay que reconocer que el roedor se lo había currado, porque le dejo una carta preciosa. "Me ha escrito, mamá", decía emocionada. Os aseguro que estoy deseando volver a ser Ratona. En mis tiempos el ratón no se lo curraba tanto y por eso quise que fuera algo más que el mero trueque de diente a cambio de moneda de chocolate, que además provoca caries.
Otro momento dulce. Pisar Londres de nuevo. Patearme literalmente la ciudad. Leer con mi ebook (un invento maravilloso que me ha regalado El Desconcierto este año) en un banco en Hyde Park. Fundirme con la ciudad, que es lo que ocurre cuando viajas a un lugar a visitar a alguien que vive y trabaja allí, aunque sea de forma temporal. Quedábamos en Covent Garden o debajo de la estatua de Nelson, cuando él salía de sus quehaceres, como quien se cita en el km 0 en plena Puerta del Sol. Perder el miedo a hacer turismo sola. Deleitarme con la pintura, porque me chifla, y hay unos cuantos museos pictóricos en la ciudad del Támesis que he visitado uno por uno. Y comprobar que aunque la cocina inglesa es desastrosa, la cultura del pub es deliciosa y lo compensa con creces.
Y mi momento "15 minutos de gloria", esos que nos auspiciaba Warhol, cuando abro la revista Elle de septiembre y encuentro una carta firmada por mi como la ganadora del mes, un texto que escribí una calurosa noche de julio. Es cierto que tener el premio en mis manos resultó más complicado de lo que preveía pero al fin lo recibí: un lote de cremas de una marca que no puedo permitirme con mi sueldo, pero hasta que se acaben las disfrutaré.
Si agito la coctelera 2012 y sumo tener salud, fortaleza, familia, pocas amigas pero buenas (una de ellas recién recuperada y unas mamis del cole de mis hijas con las que se van tejiendo unos lazos estrechos), parece un año festivo y también ha tenido su cara B. Algún descubrimiento doloroso, algunas heridas, bien lo sabe El Desconcierto, que soporta mis bajones y me ayuda a no desesperar. Él ha tenido este año su merecido momento post.
A los lectores, espero que el 2013 os sigáis asomando por aquí. Que la vida os sonría y cuando no lo haga, porque es la parte del juego inevitable, tratéis de sonreírle vosotros a ella o al menos de no rendiros ante la adversidad. Feliz Navidad a todos y un beso.