Revista Opinión

De una España sin liderazgo

Publicado el 06 enero 2016 por Manuelvicente

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La sucesión de elecciones vividas en el último año y medio ha concluido de la peor manera posible dado que España se encuentra en el peor de los escenarios: el de la repetición de elecciones por ingobernabilidad. La ausencia de liderazgo, en la que cayó nuestro país tras la victoria electoral conseguida por Rodríguez Zapatero en una anómala votación precedida por los peores atentados que hayamos conocido, ha derivado en una lucha de clases difícil de apaciguar. Rodríguez Zapatero nos sumió en una crisis económica de súbita caída y complicada recuperación y Mariano Rajoy ha pretendido superarla favoreciendo sólo a la élite social mientras empobrecía al resto. Al concluir la época del dinero fácil de conseguir y de dilapidar, los poderes económicos y políticos empezaron a captar los recursos que imperiosamente necesitaban mediante abusos de poder insoportables para la inmensa mayoría de la población.

Surgió así el 15-M y todo el movimiento de los indignados, políticamente encauzados a través de la marca Podemos y todas sus variantes en función de intereses electorales. El primer aviso fue en mayo de 2014 cuando en las elecciones europeas Podemos obtuvo un apoyo del 8% sumando más de un millón de votos. Las alarmas se encendieron en los culpables de esta situación -recordemos, los poderes económicos y políticos-, algunos de los cuales urden la ‘operación Albert Rivera’, a la que también se puede denominar ‘el Podemos de derechas’, como la bautizó el presidente del Banco de Sabadell, Josep Oliu. Segundo aviso, marzo de 2015, elecciones andaluzas: Podemos asciende al 15% y obtiene casi 600.000 votos sólo en una Comunidad. Tercer aviso, mayo 2015, elecciones municipales y autonómicas: aunque fragmentado en diversas marcas locales, Podemos aparece como tercera fuerza política asumiendo las dos Alcaldías más importantes de España, Madrid y Barcelona. La cuarta cita electoral del 20-D ya no puede considerarse un aviso sino la plasmación de lo que se ha venido fraguando durante año y medio: las clases medias empobrecidas y los sectores más desfavorecidos se han abrazado a un partido antisistema al que no le importa hasta romper con la unidad de España. Hemos de colegir, por tanto, que a sus votantes tampoco les importa. Pablo Iglesias se jacta de ello: “En cada elección que pasa, Podemos gana votos”. El poder económico sigue sordo.

Lo que empezó siendo un movimiento de acampadas por indignación se ha transformado en una lucha de clases por la ausencia de liderazgo en nuestro país. Ese liderazgo debió ejercerlo, no una persona, sino el único partido político llamado inicialmente a romper la dinámica del bipartidismo. En el proyecto de UPyD está el liderazgo que España necesitaba entonces para canalizar la indignación y el que necesita ahora para superar esta lucha de clases. Buscar los motivos por los que no lo fue carece ya de sentido, así que dediquemos las energías a nuestra responsabilidad objetiva: ofrecer a la sociedad española una alternativa política centrista y moderada que permita a España salir del desgobierno dotándose de un Estado del Bienestar similar al de los países europeos más avanzados.

Ante tamaña responsabilidad, UPyD no puede quedar al margen de la escena política.


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