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El reconocido y premiado artista Eduardo Cardozo será el representante de Uruguay en la 60° Exposición Internacional de la Bienal de Venecia, el evento más importante de la industria del arte que congregará visitantes de todas partes del mundo del 20 de abril al 24 de noviembre.
Latente es el envío oficial del Ministerio de Educación y Cultura que viajará directo a la ciudad de los canales, una instalación inmersiva que genera un acto relacional entre dos pintores a la distancia: el uruguayo Cardozo y el veneciano Tintoretto. Bajo este enfoque, con la curaduría de Elisa Valerio y la colaboración de Álvaro Zinno, el proyecto fue seleccionado por unanimidad del jurado y ha obtenido el aval de grandes figuras de la cultura nacional, entre ellos Ignacio Iturria, Emma Sanguinetti y Ricardo Pascale.
Eduardo Cardozo es un artista visual egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes del taller de Ernesto Arostegui. Se formó en la Facultad de Arquitectura, fue becado para estudiar grabado con Luis Camnitzer en Valdottavo (Italia, 1993) y realizó cursos de video y filosofía del arte con Andrea Carriquiry. Entre otras distinciones ha ganado dos veces el primer premio del Salón Nacional (2012 y 2004), el Premio Bicentenario de Pintura (2011), la Bienal Municipal de Montevideo (1994) y el Premio Paul Cézanne (1991), que le valió una beca de estudio en Francia. En Uruguay es representado por Galería Sur, donde presentará su próxima muestra individual “La celebración de la pintura”.
El diálogo Cardozo-Tintoretto consta de tres momentos: el desnudo, las vestiduras y el velo. El desnudo, por su parte, es la pared del taller de Cardozo trasladada a Venecia por medio de la técnica del stacco. Las vestiduras son una interpretación que hace el artista uruguayo de uno de los bocetos para El Paraíso de Tintoretto. Por último, el velo es una tela cosida a partir de los retazos de liencillo utilizados para arrancar el muro del taller. Así, se genera un contrapunto entre Uruguay e Italia, sur y norte, entre la obra de Cardozo y su reinterpretación del cuadro de Tintoretto.
Al exponer las paredes de su taller, el uruguayo deja entrever su fragilidad como artista y su obra, advirtiendo que no existe artista sin su contexto y marco que lo contenga. “En esta sala prismática de líneas puras y frías, las paredes del taller de Cardozo dejan de ser envolventes y pasan a ser un injerto sobre una única pared en forma lineal, resaltan en su otredad al cambiar de emplazamiento. De esta manera, la pared se vuelve un acto de extranjería en Venecia: una pared uruguaya habitando una pared veneciana”, reflexiona la curadora de la instalación Elisa Valerio Perroni.
Como un viajero, Cardozo se traslada en el espacio y en el tiempo para indagar sobre el lugar al que se dirige: Venecia. Es en esta investigación que halla uno de los dos bocetos de la obra El Paraíso, un gigantesco lienzo ubicado en el hall del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, restaurado en un extenso proceso entre 2012 y 2013. A partir de allí, el uruguayo decide rehacer las vestiduras de los personajes del cuadro mediante una reinterpretación volumétrica en liencillo, lienzo y lino moldeados y pintados con óleo y acrílico.
En este trabajo Cardozo despoja al cuadro de su tema y contenido, retomando únicamente su lenguaje pictórico: las formas, los gestos, la luz y el color. Con su interpretación no busca imitar el original en otro formato, sino más bien extraer de este un modo de hacer, una cierta gestualidad característica del veneciano. Así, se vuelve a vestir a los personajes de Tintoretto y cubre su desnudez.
Por último, en medio de la sala cuelga el velo. Una tela liviana y traslúcida compuesta de los retazos de liencillo utilizados para trasladar las paredes del taller del artista cosidos. Prevalece una sensación de gasa, que muestra tanto como oculta. Esta veladura ofrece un espacio liminal, es la transición entre la desnudez de las paredes del taller y la vestidura de los personajes de Tintoretto. Es, a su vez, un obstáculo en el encuentro entre estos artistas y su obra, que propone un juego de seducción entre las otras dos piezas, casi como si se tratase de un cortejo.
La 60 edición de la Bienal de Venecia se presenta con el título “Extranjeros en todas partes” (Stranieri Ovunque – Foreingers Everywhere) con la curaduría del director del Museo de Arte de San Pablo, Adriano Pedrosa. Esta temática proviene de una serie de obras iniciadas en 2004 por el colectivo Claire Fontaine, nacido en París y radicado en Palermo. Las obras consisten en esculturas de neón de diferentes colores que traducen en un número cada vez mayor de idiomas las palabras “Extranjeros en todas partes”. La frase proviene, a su vez, del nombre de un colectivo turinés que luchó contra el racismo y la xenofobia en Italia a principios de los años 2000: Stranieri Ovunque.
Uruguay es uno de los tres países latinoamericanos, además de Brasil y Venezuela, que cuenta con un pabellón propio dentro de los jardines —I Giardini— de la Bienal. Este espacio es de propiedad del Estado y su adquisición fue autorizada por la Ley 12.697, del 20 de enero de 1960, en tanto el terreno es usufructuado en base a concesiones de derecho de uso otorgadas por el Municipio de Venecia.
La Dirección Nacional de Cultura del MEC, a través del Instituto Nacional de Artes Visuales y en coordinación con el Departamento de Internacionalización de la Cultura, es responsable de organizar y financiar las exposiciones que representan a nuestro país en la bienal para las que designa comisario y selecciona un proyecto con un equipo integrado por un curador y un artista, de acuerdo a los requerimientos de la Fundación Bienal de Venecia, a través de una convocatoria pública y abierta.
Esta labor se realiza en coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores que, a través de la Dirección General para Asuntos Culturales y la Embajada de Uruguay en Italia, brinda diversos servicios de apoyo al Pabellón de Uruguay en Venecia y con la colaboración de la Agencia Uruguay XXI.
La presencia del envío oficial de Uruguay en Venecia forma parte de las acciones de internacionalización de la cultura uruguaya que lleva adelante la Dirección Nacional de Cultura con el objetivo de brindarles oportunidades a los artistas de promover sus obras fuera de fronteras y contribuir al fortalecimiento de la imagen del país en el exterior.
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