Ha terminado la temporada de Fórmula 1 con la victoria creo que del de siempre, de Sebastian Vettel, que ya se sabía que iba a ganar desde hace al menos un par de meses, por no decir desde primeros de año; seguido del otro piloto de la escudería, Mark Webber. El tercero ha sido el que siempre suele ser tercero, el cuarto el que estaba visto que iba a ser cuarto, y así hasta el puesto 28, que son el número de componentes de la parrilla de salida. Tengo entendido que, en las últimas carrereas, hubo una fuerte pugna por ascender del puesto 9 al 10, y consecuentemente no bajar del 10 al 9, pero tampoco me haga mucho caso el lector, porque, entre otras cosas, lo oí entre sueños, amodorrado por el sonido de los coches al pasar monótonamente, uno detrás de otro en su debido orden, ante la recta de tribunas y las cámaras de televisión…
¿De verdad que a alguien le puede divertir esto?
En esta vida, ya lo dijo el Guerra, hay gente para todo, y no dudo que unos miles, o unos cientos de miles de personas en todo el mundo vibrarán como locos contemplando esta sucesión de coches, se excitarán hasta límites nunca vistos cuando a uno de los bólidos, de pronto, le hagan pasar por boxes más despacito (pero no hay que temer, porque enseguida recuperará su posición en la fila), apretarán el botón de su cronómetro, al tiempo que los dientes, para establecer si los mecánicos tardan 9 ó 9,30 segundos en cambiarle las ruedas a un coche. Y si tardan menos de 9, que algunas veces ocurre, darán entonces saltos de alegría abrazados a su cronómetro.
¡Cómo será de apasionante la Fórmula 1 que este año uno de los temas estrella, tropic thunder o cómo se diga, del mundillo es que varios pilotos se han dejado bigote!
Y todo esto, visto por la tele, que es gratis, aun tiene su pase, pero ¿qué decir de esa gente que se atiza un viaje hasta Valencia, o hasta Mónaco, o hasta Monza para asistir a semejante scalextric? Horas y horas en la grada pelada, bajo un sol infernal, y los coches pasando ñiaoooo ñiaooo ñiaooo… Algunos famosos, estrellas del espectáculo, marqueses y duqueses, pagan un dineral por un puesto de honor cerca de la pista, por entrar a un box de esos y contemplar de cerca una llave inglesa, una bujía, o por subirse a la torreta y agitar la banderola a cuadros que marca el último ñiaoooo. Dicen que es el colmo del glamour…
Luego están los que “tiran” de reglamento, lo que se saben las reglas que rigen en las carreras, que ya es saber. Porque yo creo que las cambian cada año y que si algún día las recopilaran todas en un libro éste sería como la Biblia, quiero decir: así de grueso y editado con papel extrafino. Compadezco, cada vez que lo pienso, al pobre Lobato que seguramente está obligado por contrato a leerse semejante tocho entre carrera y carrera y a mantenerse informado de las actualizaciones. Entiendo, a la vista de esto, su calva truena y que muchas veces, según veo yo en las retransmisiones, le eche humo la cabeza.
Desde noviembre, que acaba la temporada, hasta marzo o abril, no sé, que empieza, se montan apasionantes discusiones sobre si una escudería le va a poner a su coche el tubo de escape en recta o en curva, y si, dentro de la curva, ésta va ser de 45 o de 55 grados. Los pilotos se van de una escudería a otra, pero en realidad todo es un paripé, porque viendo la primera carrera ya sabe uno cómo va a finalizar el campeonato de ese año.
Si en mi mano estuviera, yo haría, desde luego, unas reformas radicales en pro del espectáculo. La salida, por ejemplo, de las 24 horas de Le Mans, con todos los pilotos corriendo desde los boxes hasta donde esté aparcado su coche siempre me ha parecido muy estética. Yo la aplicaría y, además de ello, cuando llevaran 10 0 12 vueltas cambiaría de pronto, y sin aviso, el sentido de la carrera: “ahora para el otro lado”, diría por los megáfonos. Haría las pistas anchas de centenares de metros para que hubiese infinidad de adelantamientos y no, como ahora, 5 ó 6 a lo sumo por carrera. Pondría una zona de muchos baches, otra constantemente mojada, un tramo con niebla, que generaría mediante unos humidificadores gigantescos, otro tramo con un viento lateral de varios kilómetros por hora, otro con una cuesta del 17 o 18 %… ¡Bernie Ecclestone, amigo, no lo dudes! ¡Hay que darle vidilla a esto y yo soy el tipo que necesitas!
"Remate en plancha" es una sección de Miguel Baquero para Abracadabra