De viaje por la Costa de la Luz

El año pasado no tuve vacaciones más allá de un fin de semana así que haber conseguido cuatro días este verano es todo un triunfo que hay que exprimir al máximo. Por eso improvisamos un viaje de última hora a la costa gaditana y nos pusimos rumbo a descubrir la Costa de la Luz. Aunque los viajes de última hora suelen resultar caóticos el nuestro no, así que he decidido recopilar mis recomendaciones con lo mejor que he descubierto en estos días desde Barbate y Algeciras y todo un mundo por descubrir entre medias. Allá va (no le busquéis orden ni concierto a lo que recomiendo porque no lo tiene)

-El atún encebollado, el atún en sashimi, fresco, congelado, como queráis pero de verdad que está muy muy bueno y merece la pena siendo lo más típico de esta costa. Mención aparte merece el que nos sirvieron en el Chiringuito Otero de la playa Bolonia, muy recomendable.

– Los atardeceres porque no hay dos iguales y porque te reconcilian con el mundo allá donde los disfrutas. Son un momento de paz y de conexión con la naturaleza que todos nos deberíamos regalar de vez en cuando, como este tan bonito que disfrutamos en Tarifa.

– Los hoteles de última hora como el Mesón Don Sancho entre Tarifa y Algeciras con su piscina, sus suites individuales, su desayuno de buffet normal y la terraza tan bien decorada… merece la pena arriesgarse si es por encontrar un remanso de paz en medio de la nada.

-Las olas del Atlántico aunque no practiques ni kite ni wind ni Paddle ni nada surf. Las olas del Atlántico por el puro placer de dejarte revolcar y que te arrastren y que te lleven de nuevo y perder por un rato el control sin pasar miedo. Si, definitivamente me he reconciliado con las olas del Atlántico.

-Los pueblos blancos con tantos tiestos y tanto encanto. Hasta perdonas las cuestas cuando te pierdes entre sus recovecos y te llenas de luz y te dan ganas de tomarte otra cervecita y de seguir curioseando hasta que encuentras el rincón perfecto para una foto bonita, como esta que hicimos en Vejer de la Frontera.

-El viento, que le acabas cogiendo cariño y de igual que sea de Levante o de Poniente porque se convierte en energía y es bonito verlo en directo rodeados de molinos entre retintas y el océano al fondo.

-El contraste también es bonito allí: la oscuridad para dejar pasar la luz, el viento para aprovechar el tiempo cuando se calma, las horas de carretera para disfrutar la llegada, la espera en el chiringuito para saborear más el pescado fresquito. El contraste de estar trabajando mucho mucho para poder paladear con calma dos, tres o cuatro días haciendo nada.

-Y la compañía también es muy importante, vayas dónde vayas. Quédate siempre cerca de alguien que pueda aguantar los anuncios de Spotify Premium sin inmutarse, que te vea llenar los platos del desayuno de buffet sin decir nada y que aguante estoicamente que le lances arena sin parar a la toalla. Allí, allí es donde tienes que quedarte.