Revista Creaciones

De viaje por Marrakech

Por Masqueudos

Hace tiempo que tenía ganas de visitar Marruecos, y aunque no he estado más de tres días, han sido suficientes para llenarme de olores, sabores, imágenes y otras sensaciones que hay que vivir, porque aunque te la cuenten nunca serán iguales. Goytisolo, que pasó los últimos años de su vida viviendo en esta ciudad y completamente rendido a sus pies, hablaba de que era un eterno cine. Y ahí está la clave: una película que pasa ante tus ojos, donde no eres espectador mudo sino que participas, pero no debes creerte nunca demasiado el argumento porque cambiaras el curso de la película. Y si sabes hacer esto, el final siempre será bueno.

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¿Cómo moverte por Marrakech?

Mi recomendación es que utilicéis una aplicación para el móvil que se llama MapsMe, y permite geolocalizar sin conexión a Internet. Cuando estás dentro de la Medina, posiblemente buscaras perderte por las calles del Zoco, o vagabundear tranquilamente entre los olores y los colores, pero si quieres encontrarte sin necesidad de recurrir a un “guía” local que terminará poniéndote la mano para que le pagues por sus servicios no solicitados, lo mejor es que tengas a mano tu mapa digital y que te encuentres. Hasta que quieras volver a perderte de nuevo, claro.

¿Dónde dormir?

Tu eliges tu propia experiencia. Puedes buscar un hotel o – más recomendable- encontrar un Riad bien puntuado. Los riads son casas que tienen como espacio más representativo su patio central, en el que suele haber elementos naturales como fuentes de agua, plantas o flores. Las habitaciones en las que se alojan los huéspedes se distribuyen precisamente en torno a ese patio, o, como en el caso de la nuestra, en una bonita terraza que permite disfrutar de desayunos increíbles al aire libre. Además la relación con los dueños de los Riad suele ser más cercana, dispuestos a ayudarte, orientarte y hacer todavía más especial tu viaje.

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¿Qué ver en Marrakech? 

Todo. Si te digo que empieces por el Palacio de Bahía o por las tumbas Saadíes te encontrarás como un turista, visitando las maravillas del arte musulmán y sus inacabables detalles. Si te sugiero que comiences en el Zoco recibirás una bofetada de gente y calles y pasadizos y colores y sabores y palabras que no entiendes y más calles y más gentes. Si te animo a que tu punto de partida sea la Plaza Jemaa El Fna, posiblemente te abrume su griterío, su reino de locos y charlatanes, pero disfrutarás con el punto más álgido de tu película. Porque, lo mires por donde lo mires, esa plaza condensa toda la esencia del espíritu de la ciudad, sus amenazas y sus bondades, su guión mejor orquestado para el turista.

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Si después de descubrir su esencia, necesitas un poco de tranquilidad, busca la Plaza des Ferblantiers. Está muy cerca de todo el griterío pero lo suficientemente alejada como para que puedas respirar, comer y descansar. Hay restaurantes en la zona para todos los gustos: La Tanjia, de comida marroquí: el KosyBar, fusión de comida japonesa y marroquí y un poco más escondido, pero con toda la esencia de las ensaladas de Marruecos y los platos más tradicionales, servidos con todos los detalles y con cercanía, está el Café Palace El Badia, con una terraza impresionante (los tres) para disfrutar de una cena sosegada mientras la ciudad alrededor se apaga.

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Y si aún necesitas más tranquilidad, poca gente resalta la paz de los jardines de la ciudad. Y no hablo precisamente de los Jardines Majorelle, un lugar paradisíaco y lleno de color que se encuentra a apenas dos kilómetros de La Medina, sino de los jardines de la Koutubia, un oasis a apenas doscientos metros de la Plaza L-fna, o del Cyber Parc, seguido del Jardín de las Estatuas. Sitios que merece la pena visitar cuando te canses del regateo y de encontrarte continuamente con gente que viene y bah! Para luego volver, claro.

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¿Qué hay más allá de la Medina?

Hay un montón de posibilidades que te permiten disfrutar del país a unos pocos kilómetros de Marruecos. Yo te recomiendo que eches un vistazo a las propuestas que te hacen desde Civitatis, una web que organiza excursiones y planes para disfrutar del entorno  y permite reservas sin necesidad de regateos si comisiones ni sorpresas. Desde pasear en camello por El Palmeral a disfrutar de tres días en el desierto o reservar un masaje y un tratamiento en un Hamman. Muy recomendable.

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Y ahora… ¿volver?

No sé si volvería, o digo la verdad. La experiencia me parece intensa pero también agotadora. Un ritmo frenético y cautivador pero a la vez que te obliga a estar en guardia. Disfruté mucho, muchísimo con todas las imágenes que se me han quedado grabadas en la retina. Algunas hasta he conseguido convertirlas en fotografías. Pero, recuperando de nuevo unas palabras de Goytisolo…

“Pasear lentamente sin la esclavitud del horario siguiendo la mudable inspiración del gentío: viajero en un mundo móvil y errático adaptado al ritmo de los demás en gracioso y feraz nomadismo: aguja sutil en medio del pajar: perdido en un maremágnum de olores, sensaciones, imágenes, múltiples vibraciones acústicas: corte esplendente de un reino de locos y charlatanes: utopía paupérrima de igualdad y licencia absolutas: trashumar de corro en corro como quien cambia de pasto: en el espacio neutral de caótica, delirante estereofonía: panderetas, guitarras, tambores, rabeles, pregones, discursos, azoras, chillidos, colectividad fraterna que ignora el asilo, el gueto, la marginación.”

Shukraan, Marakech


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