De viaje por Uganda. Festival musical de despedida en Kabira

Algunos de mis amigos, unos cuantos familiares, hasta gente que apenas me conoce siempre me preguntan: ¿Por qué te gusta tanto África? ¿Por qué siempre que tienes vacaciones vas al mismo sitio? ¿Por qué andas pensando siempre en marchar de viaje por Uganda? ¿Por qué te vas a un lugar dónde solo vas a ver pobreza y que además está lleno de incomodidades, sin ducha, ni baño y que ni siquiera tiene electricidad? ¡No vayas! Me dicen, cambia de destino y disfruta tus vacaciones.... Jajaja como suena todo eso, ¿verdad? Como si fuera tan importante...

Ahora me río, ya no doy explicaciones. A mi modo de ver, quien hace este tipo de preguntas, tampoco va a entender y no quiero justificar por qué hago estos viajes, a mí, me apasionan. (no dejes de ver el vídeo que hay al final del texto)
Hoy quiero uno de los momentos mágicos que he vivido allí. Nada me deja indiferente, es mas, conservo junto a mí, pequeñas marcas que consiguen que vea la vida desde otro punto de vista.
Os voy a contar una:
..A solo 10 minutos de casa deKim Vogel está el Colegio St. Paul Kaaso y cada día, cuando los niños terminaban sus clases, sobre las 5 de la tarde, nos quedábamos a ver como ensayaban para el festival de final de curso.
Es asombroso ver como un montón de niños bailan y cantan con tanta ilusión, con tanta energía... Si, con la energía, que todavía tienen a pesar de levantarse a las 5,30h de la mañana, para lavar su ropa, ordenar su habitación, asistir a clases, ir a buscar agua al pozo, hacer los deberes, y más... Nos encanta ver sus bailes, tan emocionados estamos que bailamos con ellos; divertidisimo y además nos enseñan como debíamos movernos. Resultado; dos horas de bailoteo, de 17,00h a 19,00h. Hora en que oscure.
Nos hubiera encantado asistir al Festival, pero ya teníamos el billete de vuelta, y nos íbamos dos semanas antes de que se celebrase...

La última tarde que disfrutamos en Kabira, como no podía ser de otra forma, nos despedimos de los peques y de los profes, a la misma hora de siempre. Ese día era especial, era el último, no les veríamos hasta el próximo año, s e habían acabado esas estupendas y divertidas tardes.. Los niños también estaban tristones, a la vez que alegres y sonrientes.
Los profesores sonreían con complicidad y nos miraban con ese tipo de mirada que traspasa y no te permite articular palabra aunque quisieras. Miradas que son un libro en sí mismas, segundos que parecen años. Finalmente, nos acompañan al patio donde ensayaban los pequeños...
Cuando llegamos, ¡nos quedamos atónitos! ¡Habían preparado el festival de final de curso en exclusiva para nosotras tres! Sabían que nos íbamos antes de que se celebrase, y no querían que nos lo perdiéramos.Fue increíble, muy emocionante. Tenían unos bancos de madera preparados para que nos sentáramos y viéramos el espectáculo. Incluso nos habían preparado unas mirindas y palomitas. No podía creerlo.
Los niños empezaron su festival, unos cantaban, otros bailaban y hasta había un grupo de músicos.
No tardamos ni tres segundos en emocionarnos, los ojos llenos de lágrimas, lágrimas de emoción, de alegría, de gratitud. Increíble.
Son estas experiencias las que me gustan, las que me enseñan y las que me van marcando ...

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