Revista Sociedad

De violencia y libertades

Publicado el 28 noviembre 2017 por Abel Ros

Hace años escribí "sobre piedras y palabras", un artículo que reflexionaba sobre la escritura y la libertad de expresión. En él cite a Salvador Sostres, columnista de ABC y excolaborador de El Mundo. Aunque Sostres no sea santo de mi devoción, lo cierto y verdad, es que estoy de acuerdo con su dicho: "escribir es meterse en problemas". Aparte de esa coincidencia, discrepo profundamente con sus ideas y casi nunca leo sus escritos. El otro día, sin ir más lejos, estuvo en "¿Cómo lo ves?", el programa de Carlos Herrera que emite RTVE. En ese espacio se debatía sobre violencia de género, problemas y soluciones. En sus intervenciones, el polémico tertuliano tildó la Ley sobre Violencia de Género de "impresentable" y "fascista". También dijo que "un contacto físico casual repetido y mensajes e invitaciones sugerentes en el lugar de trabajo, no es una descripción que se corresponda con la de acoso sexual" o que "entre un hombre y una mujer es muy probable que se produzca algún tipo de tensión sexual". Ante estas declaraciones - políticamente incorrectas - las redes sociales emprendieron todo su arsenal de indignación contra la cadena pública; tanto es así que Toñi Prieto, responsable de entretenimiento de RTVE, tuvo que responder a las críticas. Según ella: "en un programa de debate debe haber putos de vista diferentes o contrapuestos". Las palabras de Sostres, según ella, son "una opinión, con el mismo derecho a ser escuchada que la del resto de personas y a su vez, que eso no implica que RTVE lo comparta".

Aunque las declaraciones de Sostres no sean constitutivas de delito, lo cierto y verdad, es que atentan contra el discurso moral que impera en la sociedad española. Atentan contra la moral, como les digo, porque tachan de "fascista" una ley aprobada por un gobierno legítimo, como lo fue el de José Luis Rodríguez Zapatero. Una ley, y valga mi insistencia, pionera en nuestro país desde los tiempos olvidados, y elaborada por un gobierno progresista; tras ocho años de Pepé con José María Aznar a la cabeza. Así las cosas, la Ley sobre la Violencia de Género sirvió, y sirve, para corregir - mejor o peor - una laguna legal que dejaba indefensas a miles de mujeres, que cada día sufrían - y sufren - en silencio la tortura de sus verdugos. A pesar de todo ello, y con los datos de las encuestas por en medio, tanto la Ley de ZP como el reciente Pacto de Estado contra la Violencia de Género no han depurado los datos de la lacra machista. En lo que llevamos de año, 45 mujeres han perdido la vida a manos de sus parejas. Un dato nada halagüeño si tenemos en cuenta que durante el 2016, 46 mujeres fueron asesinadas por la misma causa. El incumplimiento de las medidas de alejamiento, la retirada de las denuncias y la levedad de las sanciones están detrás, entre otras causas, de la ineficacia legal.

Las manifestaciones contra la violencia de género, así como las marchas contra el cáncer hacen ruido pero no son las teclas adecuadas para solucionar el problema. Hace unos meses, mientras tomaba café en El Capri, me dijo una amiga - oncóloga y exinvestigadora contra el cáncer - que las ayudas para la investigación en España dejaban mucho que desear. Tanto es así que decidió dejar la investigación ante la indignación que le provocaba "querer investigar y no poder por la falta de recursos". Mientras se han construido aeropuertos "sin aviones", parques de atracciones con pérdidas millonarias, y circuitos de carreras para el goce de unos pocos; no se ha invertido lo suficiente en algo tan importante como es "la lucha contra el cáncer". Lo mismo pasa con la violencia de género. La ley de Zapatero fue una condición necesaria pero no suficiente para terminar con esta lacra que entristece nuestras vidas. Aparte de dicha ley - que de "fascista" e "impresentable" tiene bien poco - hacen falta más recursos para que las mujeres no mueran a manos de sus parejas. Hace falta una asignatura en los institutos para que los adolescentes aprendan a gestionar sus emociones, sin recurrir a la violencia. No olvidemos - según un informe de la FAD - que "uno de cada cuatro jóvenes ve normal la violencia de género en la pareja". Hace falta - aparte de la Ley de ZP y de las manifestaciones - que se impartan cursos destinados a parejas en crisis. Cursos de reflexión, como les digo, para que el duelo del desamor no se traduzca en odio y agresión.


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