Llegado el frío, las enfermedades respiratorias tienden a aumentar, teniendo su incidencia máxima en estas fechas. Para ello, influyen varios factores, como la bajada de temperaturas, los espacios cerrados y mal ventilados y la disminución de las defensas. Pero, ¿qué hay de cierto en la cultura popular? Dichos como que te resfrías por salir a la calle mal abrigado o con el pelo mojado son muy populares, pero no parecen tener ninguna base científica. El frío no hace que te resfríes.
En países del norte de Europa, los niños no dejan de jugar en la calle por más frío que haga, incluso en Dinamarca, Suecia o Finlandia, por ejemplo, es típico ver carritos de bebé aparcados a la puerta de los bares y restaurantes con los bebés dentro, mientras los padres están cómodamente sentados al calor del local. Tengamos en cuenta que el frío que hace por aquellos países en invierno, no tiene nada que ver con lo que nos gastamos aquí. ¿Y por qué allí los niños se resfrían menos (o quizás lo mismo) que aquí nosotros? ¿Qué es lo que realmente hace que nos pongamos malos en invierno? Allí, los bebés están envueltos en capas y capas de ropa, para no pasar frío, y duermen la siesta en la calle o en las terrazas, respirando al aire libre.
Veamos, para empezar, los resfriados están causados por virus. Estos bichitos son totalmente oportunistas y aprovechan la menor ocasión para crecer y multiplicarse. Así, los sitios cerrados, mal ventilados, son el medio ideal para que estos se transmitan. Si en invierno, por evitar el frío, tendemos a estar más horas encerrados entre cuatro paredes, en sitios masificados (léase guarderías, escuelas infantiles y colegios), compartiendo espacios con gente enferma, la transmisión de virus está asegurada.
Por otro lado, la falta de humedad del ambiente causa sequedad de las fosas nasales, lo que abre la puerta para que los virus entren con más facilidad.
Se ha comprobado que el rinovirus (causante de la mayoría de los resfriados) y el influenzavirus (causante de la gripe) sobreviven más tiempo a bajas temperaturas, por eso en esta época del año es cuando se dan más casos. *Según estudios de la Universidad de Yale y del Hospital Monte Sinaí. Pero esto ocurre por las condiciones anteriormente descritas, no por coger frío por salir a la calle.
Estos “bichos” se transmiten fácilmente a través de las secreciones, pudiendo vivir bastante tiempo fuera del organismo. Al toser o estornudar, esparcimos los virus a gran velocidad y a gran distancia. Si en ese momento entra en nuestro radio de acción alguna otra persona, la probabilidad de contagio aumenta sin duda. Por eso es tan importante taparse la boca al toser o estornudar. Lo ideal sería hacerlo sobre un pañuelo desechable, pero a falta de pan, taparse con las manos es el remedio ideal. Eso sí, hay que lavarse muy bien las manos para eliminar todo rastro de microorganismos de ellas. La higiene de manos es sin duda, la medida más eficaz para frenar la transmisión de enfermedades, no solo de enfermedades a nivel respiratorio, también de enfermedades digestivas y cualquier otra enfermedad de contacto.
Un sistema inmunitario debilitado nos hace más propensos a las infecciones. Las defensas pueden verse alteradas en personas con mal estado de salud, al llevar una dieta inadecuada, por consumo de tabaco, por dormir menos horas de las necesarias o por la falta de ejercicio físico, por ejemplo.
Resumiendo, en otoño e invierno, los virus sobreviven más tiempo favorecidos por el frío, la falta de humedad altera la primera línea de defensa respiratoria (los pelillos de la nariz, hablando claro), nuestras defensas pueden estar más bajas que de costumbre y los espacios cerrados y llenos de gente favorecen la transmisión de los virus.
Para evitar contagiarnos en invierno, son importantes varias medidas:
- Higiene de manos
- Taparse la boca al toser y estornudar
- Ventilar con frecuencia las estancias, para que los virus no se queden concentrados
- No tocarse los ojos, la boca o la nariz, pues podemos introducir en nuestro organismo algún virus que hayamos “cazado”
- No compartir alimentos, cubiertos ni otros fluidos con personas enfermas
- Llevar una alimentación equilibrada, estar bien hidratados, no fumar y descansar correctamente.
Pero ¿qué hacemos si ya tenemos un resfriado? Mi profesor de farmacología en la universidad (y también el Dr. House) decía que un resfriado sin tratamiento dura una semana, y que tomando medicación dura 7 días. Si ya tenemos el catarro encima, nada nos lo va a quitar. En estos casos, nunca, bajo ningún concepto, se deben tomar antibióticos, ya que los antibióticos tratan enfermedades causadas por bacterias y los catarros y gripes están causados por virus.
Para pasar un resfriado lo mejor posible, es recomendable descansar, beber abundantes líquidos, para que los mocos sean más fluidos y fáciles de expulsar y recurrir a algún analgésico suave sólo en caso de fiebre o dolor de cabeza. Los antigripales, tan de moda en estas fechas (se anuncian casi tanto como los juguetes) son una mezcla de analgésicos, antihistamínicos y descongestionantes, de dudosa eficacia, pero con los que los farmacéuticos se hacen de oro. A mi parecer, no sólo como madre, hablo desde la experiencia sanitaria, tomar un antihistamínico para un resfriado no es aconsejable. Es cierto que reducen la secreción de moco y de estornudos, pero al hacer el moco más espeso, se dificulta su expulsión, lo que puede ocasionar sinusitis. El moco es la manera que tiene nuestro cuerpo de expulsar el virus, así que es mejor dejar que salga y no cortarlo. Los antitusígenos (medicamentos para la tos), también compiten en ventas con los antigripales. En general, no han demostrado ser eficaces en el tratamiento de la tos e incluso algunos preparados pueden tener efecto sobre el sistema nervioso central, sobre todo usado en niños. Un buen remedio casero, y bastante más barato, es la miel, tomada antes de ir a dormir. Se ha comprobado que es más eficaz que la mayoría de los antitusígenos; eso sí, no dar nunca a niños menores de 1 año, por el riesgo de botulismo.
Así que no, no nos vamos a poner más enfermos por dormir con el culo al aire, ni porque nuestros hijos salgan a la calle a jugar en pleno mes de enero, con temperaturas rondando las cifras negativas. Al contrario, salir al aire libre disminuye las probabilidades de coger algún bicho de los que andan volando por el ambiente. Ya sabes, una buena higiene de manos, taparse la boca cada vez que se tose o estornuda, espacios bien ventilados y abrigarse bien, pueden hacer que disfrutemos del invierno con un poquito más de salud. Sal con tus hijos, disfruta del aire libre sin pasar frío y aprovecha los días soleados, que también aumentan las defensas.
Nota – Escribo estas líneas después de haber pasado unos días de tos seca, que se ha vuelto productiva en las últimas horas. Escribo estas líneas tras tener que parar varias veces para estornudar o por la necesidad de ir a limpiarme los moquillos que se me caen de la nariz. Escribo estas líneas convencida de que este virus que me ronda me lo han pegado mis hijos, que estuvieron malos hace unos días. Escribo estas líneas tras pasar un fin de semana bien fresquito en Ávila, pero sabiendo que no fue por eso por lo que enfermé. Escribo estas líneas convencida de que en sólo un par de días más, estaré como nueva, dispuesta a seguir afrontando lo que nos queda de frío por delante