Después de 4 años de ausencia me pareció que ya era hora de volver. En realidad nunca dije adiós, ni siquiera hasta luego. Y tampoco dejé de escribir por una rabieta en plan "Ya no hay nada en la tele, la vida es una mierda". La única realidad es que abri una tienda que me ocupa el 100 por 100 de mi tiempo y dejé de tener vida. Por no escribir no escribí ni estados de Facebook. Y no, no tengo más tiempo ahora, sigo con el mismo trabajo, el mismo estrés, pero de pronto siento que con la llegada de Netflix y HBO, todo vuelve a su cauce, vuelve a haber ficción interesante, vuelve a haber historias y esa felicidad te da ganas de venir a contar todo lo que ves. No es extraño que lo último que escribiera en este blog fuese sobre Breaking Bad... porque quizás fue la serie que marcó el final de aquella maravillosa época dorada.
Estos 5 años, salvando excepciones (todas de 20 minutos) fueron la NADA. No recuerdo ni una serie que me haya gustado de verdad. El otro día me hicieron una encuesta ¿Qué series te gustan? Y puse Lost!!! como los abuelos esos que cuando le pregunan cual es su película favorita dicen La fiera de mi niña. Me sentí una señora que solo sintoniza TVE y dice que no ve nunca Telecinco y enseguida lo cambié y puse "Portlandia" pero sufrí porque busqué y busqué y no encontré ninguna serie de 40 minutos en mi cabeza.
Netflix lo cambió todo y parece que HBO a pesar de tener la peor interfaz de la historia, promete. Susan Sarandon, Nicole Kidman se pasan a la tele y nos devuelven la vida.
Pero antes de hablar de todas esas series nuevas, del final de Girls, de Trece razones, de los mil standups... tengo que hablar de algo importante. En estos últimos meses hemos revisionado LOST.
Sí, es así, y es algo que tengo que contar.