Revista Diario

De vuelta

Por Sandra @sandraferrerv
Ayer terminaron nuestras largas dos semanas de vacaciones en la playa. Así que hoy volvemos a la normalidad de la vida real. Y a la normalidad de este un poco bastante añorado cibermundo. Han sido muchos días de ausencia. Cuando por fin parecía que mi querido ordenador volvía a la vida, yo ya tenía las maletas en la puerta así que no pude hacer más que marcharme y disfrutar de las tan merecidas vacaciones.
Han sido dos semanas en un apartamento en la playa. Literalmente. Abrir la verja de la piscina y ahí la teníamos. Han sido 15 días con los abuelos a un paso de casa. También literalmente. En el apartamento de enfrente. Así que ya os podéis imaginar que la alegría de los niños de tener a padres y abuelos a pleno rendimiento ha sido para ellos una auténtica gozada.
Y para mí también. He redescubierto cosas tan absurdas como ducharme sin gritos a mi alrededor o hacer la comida con las dos manos. Y otras muchos más importantes como nadar con mis pequeños pececillos a mi alrededor o descubrir la luna y la estrellas con mi Bebé Gigante y mi Pequeña Foquita.
Playa, piscina, paseos, helados, parques, agua, arena, luna, sol y alegría. Mucha alegría. Mis hijos han sido absolutamente felices. Han descubierto la emoción de hacer unas maletas para irse a un lugar del que solamente conocían el nombre. Han experimentado la ilusión de ver los barcos de verdad, sentir el aire del mar, romper con la rutina. Y, en fin, han vivido con auténtica tristeza, la marcha de lo que para ellos ha sido mucho más que un paraíso.
Hemos vuelto con decenas de imágenes en la cámara y muchos sentimientos que seguramente ni ellos ni yo olvidaremos nunca. Han sido unas vacaciones inolvidables.
Y ahora toca volver a tocar suelo firme, tras tantos días caminando sobre la fina y suave arena de la playa. Ahora toca volver a la realidad. Con un poquito de tristeza. No os voy a engañar.

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