Revista Diario

De vuelta de la dura "operación bikini"

Por Belen

Primera tarde que me siento delante del ordenador en condiciones, sin mareos, naúseas, vómitos, diarreas, fiebre ni otra sintomalogía propia de la pedazo de gastroenteritis que he cogido. Hacía tres años que no pasaba por algo así, y en aquella ocasión también me lo pegó mi hijo. Y es que los niños son los grandes portadores de las enfermedades, no lo dudéis.
Toda esta historia comenzó el viernes por la mañana, cuando una mami amiga del cole me contó que sus hijos estaban enfermos con diarrea y no habían ido al cole. El viernes por la noche el peque comenzó también con diarrea. El sábado a la fiesta diarréica se sumó la fiebre, la flojera y el dolor de cabeza. Estábamos completitos. Afortunadamente sin vómitos. Pero milagrosamente el domingo mejoró y por la tarde estaba ya jugando con los abuelos de lo más animado, momento en el cuál yo caí.
Siendo como era el día de San Isidro, patrón de esta nuestra ciudad, hice un cocido madrileño como está mandaó, y qué mejor que regarlo de un vinito tinto potente. Pues dicho y hecho y el papá sin complejos y una servidora se trincaron su cocido con su copa de vino. Todo fenomenal hasta que a eso de las 7 de la tarde yo empiezo a encontrarme consi consá. Sensación de estómago llenísimo, sensación de hinchazón, movimiento de tripas sospechoso y vomitona al canto. Pero me asusté porque parecía haber algo distinto a otras veces, era como ¡¡sangre!!.
Los que me seguís desde hace tiempo sabéis de mis problemas de estómago, heredados de mi familia paterna. Problemas con los que llevo batallando casi 15 años, pero que he ido superando airosamente. Y tras el descubrimiento del (bendito) kéfir, todo ha ido a mejor hasta el punto de prescindir de medicación.
Pero como mi estómago es así pensé que me había jugado una mala pasada, una úlcera o cualquier otra cosa.
El caso es que cogí el bolso, llamé a papá sin complejos y salimos pitando al hospital. Me atendieron enseguida, y me hicieron una exploración rápida y completa. Pero había que hacer una prueba para mi nueva, un lavado nasogástrico. Parece que de ese modo comprueban si hay restos de sangre y de ahí se pasan a otras pruebas más invasivas, como endoscopia. Para quien no lo sepa esta prueba consiste en meter un pequeño cateter por la nariz, y conducirlo hasta el estómago. Os aseguro que no es doloroso aunque sí molesto. Entonces meten suero, en mi caso medio litro. Solo sientes algo frío en el estómago. Y después con la misma jeringa que lo han introducido lo van sacando por el cateter. Ahí empezó el líquido a salir sonrosado, pero ni rastro de sangre ni de nada preocupante. Diagnóstico: el vino, que era tinto intenso, había teñido los jugos gástricos, sin más. ¡¡Puñetero vino!!, qué susto me ha dado. Y ya allí empezó la diarrea, completito vamos.
Los análisis confirmaron que todo estaba en orden, y se pasó el susto.
Como cuando llegas al hospital les falta tiempo para ponerte una vía, pues aprovecharon y me pusieron un calmante, primperán y omeprazol, así que yo a la media hora estaba divina de la muerte. Pero claro, me lo quitaron al darme el alta. Así que fue llegar a casa y comenzar con la juerga flamenca, vómitos, diarrea, fiebre, ole, ole y ole!!.
Y esa ha sido la historia de mi operación bikini, un par de kilos se han ido volando, tengo la tripa plana (o casi). Pero ha sido muy dura, yo casi me hubiera quedado con mi lorcilla cervecera tan agusto. Que yo a estas alturas ya ni tengo complejos ni nada.
Tanto el Peque como yo andamos muy cansados, sin ganas de mucho. Aunque a él le ha vuelto el apetito, yo ando con tortillita, fiambre de pavo, yogures y manzanas, y no me saques de ahí que todo me da asco. A ver si en unos días vuelvo a la normalidad. Tengo mi kéfir listo para que se ponga manos a la obra con mi flora y la repoble un poco, a la pobre.
Mañana sigo contándoos cosas, que me dejé mucho en el tintero, la segunda parte de la conferencia de Carlos González, el maravilloso lienzo que me han enviado unos estupendos profesionales y (casi) amigos, las cosillas que se cuentan en los corrillos de madres del cole. Mucho por contar, pero ya mañana. Por hoy lo dejo estar y me marcho a descansar, que tampoco es conveniente abusar.
Os he echado de menos, creo que ya no sabría vivir sin este blog, y sin vosotros.

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