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Deadeye dick (kurt vonnegut)

Publicado el 06 diciembre 2011 por Ceci

“We all see our lives as stories, it seems to me, and I am convinced that psychologists and sociologists and historians and so on would find it useful to acknowledge that. If a person survives an ordinary span of sixty years or more, there is every change that his or her life as a shapely story has ended, and all that remains to be experimented is epilogue. Life is not over, but the story is.”

Deadeye Dick

Kurt Vonnegut

Sucede algo curioso con las novelas de Kurt Vonnegut. Ya traten de la carnicería de Dresde, de un propagandista nazi, de una invasión alienígena o de cómo la Humanidad se extinguió como tal como resultado del azar y un proceso evolutivo de lo más darwiniano, resultan de lo más terapéutico. Por más que el panorama del que partan sea de lo más desolador y resulte este casi siempre de la zafiedad de nuestros congéneres, tienen el innegable y paradójico mérito de reconciliarnos con la especie humana, como uno termina por aceptar y querer a la oveja negra de la familia. Y todo ello sin incurrir en sentimentalismos y cursilerías kitsch tan en boga en los estantes de Autoayuda. Háganme caso. Olvídense de los Coelho, Bucay y Byrne y lean a Vonnegut.

¿Cómo lo consigue? Con una prosa sencilla, directa, clara y honrada y sirviéndose casi siempre de un narrador que cuenta “a toro pasado”, cuando el conflicto, cualquiera que este fuera, ya se ha resuelto, apocalipsis mediante. Y cuando ya no hay nada que podamos hacer… ¿para qué vamos a preocuparnos? Menos aún por las nimiedades que, con frecuencia, nos quitan el sueño. Si desde una perspectiva interestelar o geológica no somos más que polillas efímeras que pronto vuelven a ser una mota indeferenciada de la Nada, ¿de verdad tienen sentido nuestros desvelos? No, no lo tienen.

DEADEYE DICK  (KURT VONNEGUT)

La perspectiva de los narradores vonnegutianos es la de la voz de un Epílogo, la del intérprete de la peripecia, no la de sus protagonistas. Y así, esta Deadeye Dick, historia de un “hombre neutro” cuya vida comenzó y terminó siendo niño el día en que por un accidente inevitable del Destino se convirtió en asesino, se vuelve una suerte de Poética de la ficción de nuestro admirado hoosier. Lean, si no, el párrafo que abre esta entrada. Eso sí, en esta ocasión, por más que una bomba de neutrones haya borrado del mapa a los, por lo general, mezquinos habitantes de Midland City (Ohio), y que el conflicto esté más que resuelto al inicio de la historia, cuesta más de lo habitual alcanzar esa paz de espíritu que antes les mencionaba. Las chispas de Humanidad y Humanismo que habitualmente iluminan la prosa de este grandísimo autor, son escasas. Quizá porque al término de la narración el fantasma de Will Fairchild está aún buscando su paracaídas y porque, como explicita el propio protagonista, Rudy Waltz, vivimos aún en la Edad Oscura:

“You want to know something? We are still in the Dark Ages. The Dark Ages -they haven’t ended yet.”

En cualquier caso, Vds. lean. Olvídense de los gratuitos juicios de carácter que estos días pueden leerse en las páginas de The Guardian y lean a Vonnegut por favor.


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