Hace algunos días, os comentaba que había estado totalmente enfrascada, sumergida, ahogada en la serie de libros Vampiros Sureños de Charlaine Harris. Actualmente, en castellano, sólo hay publicados 11 de los 12 libros que ha escrito Harris. El 13 tardará un año en llegar pero el 12 ya está publicado en inglés. Como os podréis imaginar, me faltó tiempo para lanzarme a la aventura y leerlo aunque fuera en la lengua de Shakespeare.Con Felipe de Castro, el Rey de Louisiana (y de Arkansas y de Nevada) en la ciudad, es el peor momento para que aparezca un cadaver en el jardín de Eric Northman. Especialmente si el cuerpo es de una mujer de la que acaba de alimentarse. Ahora, es el momento de que Sookie y Bill, el investigador oficial de la Zona 5, resuelvan el asesinato. Sookie piensa que, al menos esta vez, el fatal destino de la chica muerta no tiene nada que ver con ella. Pero se equivoca. Tiene un enemigo, uno más astuto de lo que podía imagina, que quiere demoler todo su mundo.
A partir de aquí, he de avisar de que este post contendrá muchísimos spoilers. Pensad que he leído 12 libros, que no es moco de pavo, y que ya, en el post anterior, me costó sudor y lágrimas (de sangre) no revelar nada. No obstante, entiendo que las personas que lean esta reseña lo harán desde la responsabilidad de haber leído la mayoría de los libros. Lo que aquí encontraréis es un resumen de lo que, en general, me parece esta fascinante saga. Más que nada porque la lectura de Deadlocked ha supuesto que mi opinión sobre ella haya dado un pequeño vuelco. Pero antes de anticipar nada… ¡manos a la obra!
El libro 12 de una serie de 13 es muy especial; debe serlo, porque es el penúltimo libro de la saga. En él, por lo tanto, debe empezar a marcarse, al menos algo, lo que supondrá el final de la historia. En este sentido, Deadlocked cumple totalmente con su cometido de penúltimo libro. Con él, empieza a entreverse cómo acabará la historia y, personalmente, NO ME GUSTA NADA.
He estado visitando foros, perfiles facebook,… y creo que el 95% de las personas que han leído estos libros quieren que la protagonista, Sookie Stackhouse, termine quedándose con la persona que ha protagonizado, junto con ella, la mayor parte de los libros. Es verdad que, en los primeros libros, Sookie mantiene una relación muy estrecha, romántica, sexualmente activa con Bill Compton. También, flirtea con hombres-lobo, hombres-tigres, etc… No obstante, en la mayor parte de los libros, sus sentimientos están más ligados a Eric Northman, el maravilloso Sheriff de la Zona 5 que tiene locas a todas las féminas que hemos tenido la oportunidad de conocerlo a lo largo de esta larga historia. Bien es cierto que Eric es un vampiro y Sookie no (ni ha demostrado mucho interés por llegar a serlo) pero eso no ha sido ningún problema a lo largo de 12 libros, ¿cierto?
Durante la primera mitad de la saga, nos comíamos las uñas debido a la tensión sexual que existía entre Eric y Sookie. Los capítulos más celebrados eran los que compartían los dos protagonistas, y escaseaban bastante lo que provocaba en nosotras aún más morbo (si cabe). Después de una providencial pérdida de memoria en el cuarto libro, pudimos disfrutar de la pareja, para perderla, poco después, transitoriamente. La segunda mitad hemos estado igual: esperando que llegara el momento en que pudieran estar juntos.
Pues bien, creo que alrededor del libro 10, quizás antes, Charlaine Harris empezó a darse cuenta de que tenía que cerrar, de alguna forma, la historia. Que no podía estar toda su vida dedicada a estos vampiros sureños (algo totalmente comprensible) y que cada día estaba liando más el asunto (a lo mejor, sin darse ni cuenta). En vez de pensar racionalmente y adaptar la historia al final que todos esperábamos, decidió empezar a cargarse, poco a poco, a uno de sus mejores personajes: Eric Northman. De este modo, las situaciones Sookie/Eric escaseaban; siempre estaban discutiendo o discrepaban; si a ella le pasaba algo, él nunca estaba. Tanto que costó conseguir que se juntaran, que se dijeran lo que cada uno sentía… que cuando finalmente se convirtieron en pareja, apenas se le mostró atención, su historia pasó a ser algo secundario.
Personalmente, añoraba todas esas escenas de los primeros libros de Bill y Sookie, donde se describía a la perfección la relación de pareja. En el caso de Eric y Sookie, ¡no nos han dejado disfrutar de nada! El personaje de Eric se ha ido haciendo cada vez más distante, pasivo, insignificante… una sombra de lo que era. Es quizás, desde mi punto de vista, el personaje más maltratado de la historia de la literatura. ¿Es que nadie lo quiere? Quizás Charlaine Harris le ha cogido cierta tirria (he leído algunas entrevistas al respecto) pero, la verdad, se podría haber pensado haberle dado tanto bombo durante más de 10 libros si finalmente lo iba a tratar de esta manera. Es normal que después de tanto Eric maravilloso queramos más Eric maravilloso. ¡Una pena cómo ha ido decayendo todo! Y eso, sin hablar de la carnicería que han hecho con él en la serie …
¿Y por qué ocurre esto? Porque Harris ya ha decido con quién se quedará Sookie. En el libro 11 ya se comentó el tremendo problema que envolvía a Eric, su boda pactada con la reina de Oklahoma, mostrada como algo totalmente ineludible. La elección que a Eric se le presentaba era brutal: debía escoger entre Sookie, la única persona que ha despertado algo mediamente bueno en 1000 años, y sus ansias de poder. ¡Una prueba de fuego!
Si las cosas estaban complicadas, en el libro 12 se complica todo mucho más. Eric apenas pasa tiempo con Sookie, la reina de Oklahoma además de ser preciosa es simpática (por lo menos a Sookie no le cae mal) y para colmo, las esperanzas que todas teníamos en el misterioso aparatejo del mundo de las hadas no se ven para nada recompensadas. El final del libro es abierto, es verdad que nada se cierra, pero es imposible para una auténtica admiradora del Sheriff de la Zona 5 no sentir bastante pena…tras leer las últimas páginas de Deadlocked.
Por ello, a modo de spoiler, voy a comentar lo que creo que pasará finalmente. Siempre podremos volver dentro de un año para saber si acerté o no.