En el Universo Marvel que andan tan necesitados de buenas ideas, ha renacido un personaje que sabe utilizar las virtudes de la acción y el humor negro para desatar una sátira convenientemente controlada que funciona perfectamente en pantalla. Ese exitoso offsider es Deadpool, que a la chita callando, ya alcanza su tercera película como protagonista incuestionable. En "Deadpool y Lobezno" añadimos al más carismático de los X-Men, lo cual es un rotundo acierto.
Con referencias constantes al triste final de "Logan", los guionistas salvan con audacia la situación reviviendo a Lobezno, el más atractivo y rebelde de los X-Men. Una fusión con Deadpool que funciona perfectamente gracias a sus antagónicas personalidades. Deadpool mantiene su irreverencia, descaro y traumas. Un personaje que siempre utiliza el humor para no pensar en los grandes fracasos emocionales que ha tenido que vivir.
En esta tercera parte de la saga, entra en juego el manido metaverso que es como un cajón de sastre donde todo cabe y todo tiene sentido. En ese espacio que nunca llegamos a entender y que resulta tan absurdo como aprovechable, Lobezno cobra vida y resucita su mal humor, su violencia visceral y esa atormentada conciencia que no le abandona (sea el metaverso que sea).
Ambos forman un equipo dispuesto a salvar el mundo de un villano muy singular que interpreta Matthew Macfadyen y que se ha propuesto destruirlo todo aunque nunca sabemos muy bien por qué. A través de ese juego de viajes temporales y espacios desconocidos, un sinfín de cameos confluyen en una trama de lo más surrealista. Y es que el guion destaca por ser divertido, mantener muy bien el ritmo y entender perfectamente que su vocación es el entretenimiento pero la trama en sí es desconcertante y un sinsentido.
Lo bueno es que tanto Ryan Reynolds como Hugh Jackman están perfectos, parece que nacieron para esos papeles y los tienen totalmente interiorizados. La amistad que se profesan fuera del trabajo se refleja en sus personajes. Forman un equipo equilibrado donde ambos ocupan un espacio muy distinto y a la vez muy compenetrado.
Cabe destacar la factura impecable de la película con unos efectos visuales y sonoros fantásticos. La banda sonora mantiene ese tono noventero que ya tenían las anteriores películas de la saga. Todo ello hace que "Deadpool y Lobezno" merezca mucho la pena. Que se desate la locura.
José Daniel Díaz