Revista Sociedad

Debate a cuatro. El bueno, el feo, el malo y el cobarde.

Publicado el 30 noviembre 2015 por Bloggermam

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En cualquier película de vaqueros estaba permitido ser lo más bajo posible; se podía ser feo como una cebolla podrida, estaba admitido ser bueno como la sangre de un inocente o malo como una naranja agria; sin embargo, lo que en ningún momento se podía ser era cobarde.

Un cobarde no llegaba a la altura de una persona. El mero hecho de que te llamaran cobarde en el lejano Oeste desencadenaba un tiroteo o un ahorcamiento (completamente justificado desde el punto de vista del sheriff, el juez, el cura, el boticario-barbero y la ardiente Sally que regentaba el Salloon).

Los tiempos han cambiado, ya no se permite ahorcar a los cobardes aunque estos arruinen la vida de millones de personas. Es más, hay tantos apoyándose entre sí que es complicado quitárselos de encima. Lo que no ha cambiado con el tiempo es el desprecio mundial por un cobarde. Todos se alejan de un cobarde porque si todavía no te ha hecho daño, te lo hará.

Es comprensible, nadie se fía jamás de un cobarde porque carece de ética y de respeto por los demás. Primero está él y después también él. Y traicionará a quién sea necesario para cubrir sus espaldas y continuar medrando con el mínimo esfuerzo. Todo está bien empleado para su bienestar porque la culpa siempre es de los demás.

En este debate a cuatro podría haber dudas si el bueno puede ser Pedro Sánchez (chico bueno adalid del cambio), el feo Pablo Iglesias (así lo pintan todos los que tienen miedo a la verdad) o el malo Albert Rivera (eso sí disfrazado de forma que lo disimula un poco). De lo que no cabe ninguna duda es que el cobarde del cuarteto es Mariano Rajoy.

Cobarde, y no voy a parafrasear a Paquita La Del Barrio porque no es necesario. Alguien que decide no dar la cara en un debate, se define el solo. Mariano, el cobarde del plasma. El que prefiere enviar policías a disolver ideas. Mariano, el desganao, que no entiende su propia letra porque ha tomado cuatro notas a desgana dictadas por los asesores que suplen la falta de neuronas.

Yo entiendo que Mariano Rajoy saque a relucir su cobardía y no se presente a debatir con los líderes de los otros partidos. Por un lado es lo que ha estado haciendo durante toda la legislatura: esconderse y esperar a ver si las tormentas amainan y los problemas se los lleva el agua. Es un cobarde profesional. Por otro lado entiendo que no quiera asumir el más completo ridículo siendo barrido por los demás contrincantes. Ha dado buena cuenta de su ineptitud, mostrando que es un un tipo lento, sin chispa, sin brillo, incapaz de rebatir una idea, sin capacidad de respuesta y cuyo argumento más sólido cuando las cosas no van como el quiere es una colleja.

Al no dar la cara consigue dos cosas, la primera que no se la partan (dialécticamente hablando por supuesto), la segunda faltar el respeto a los que todavía creen que es un líder, a los que les ha recortado la vida durante estos años y a los que ha mentido con el descaro del que sabe que cuando vengan mal dadas saldrá corriendo a esconderse detrás de alguien.

Si yo fuera alguno de los asistentes al debate, primero me disculparía con el correveidile que haya enviado al debate (por tener un jefe impresentable) y a continuación trataría de localizar a Mariano. Es bastante fácil seguro que está en su hábitat natural: una televisión de plasma a la que no le alcanzan las preguntas inesperadas. O quizás haya que llamar a algún programa de la Cope en que puede estar diciendo tonterías más importantes que dar cuenta de sus acciones en la legislatura y de tratar de explicar nuevas mentiras para continuar en el poder. La duda que tengo es si estará corriendo para huir de la vergüenza o directamente habrá metido la cabeza en un agujero esperando a que pase todo.

El abogado del diablo podría decir que si Mariano Rajoy no va al debate mejor, porque perdería votos. Aunque yo creo que perdería más si va, por no decir que me fastidia ahorrarme el gusto de ver como se hunde en sus propios farfulleos.

Los cobardes son tan dañinos que hacen falta cuatro valientes para compensarlos. ¿Señores de Antena 3, qué tal si sustituyen a Soraya por Alberto Garzón?

keagustitomekedao


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