ASALIA VENEGAS S.
Los voceros de la oposición claman en ocasiones por debatir. Estos tienen poco discurso y están más centrados en contactar con los sectores que abonan la desestabilización y financian la campaña internacional contra el gobierno bolivariano y el presidente Maduro. Aguas adentro, su retórica pretende legitimar los bandazos que dan los factores que integran la MUD, cada día más confundidos frente a las apetencias de PJ, que quiere imponer un solo camino. El presidente Chávez, magistralmente, acuñó la frase: “Águila no caza moscas”. Y siempre recordaba aquello de que cualquier contrincante que aspirase a debatir con el gobierno bolivariano, habría de calzar los puntos en el ranking. Y cierto es: no todos pueden debatir. Cualquier asomado no aguanta confrontar ideas ni sustenta con argumentos de peso lo que intenta refutar. La derecha venezolana se nutre de lo que sus asesores, con altas tarifas en los verdes gringos, les dicen que lancen al ruedo mediático, generalmente falacias. Las envían desde Miami, Panamá o Colombia, hermanados en esta hora oscura contra Venezuela. El ex embajador de Panamá ante la OEA, Cochez, es el escogido por la canalla para plantear las dudas sobre la nacionalidad del presidente N. Maduro. “No es venezolano, es colombiano”, dice. Los diarios y medios audiovisuales de la derecha repiten la mentira. Dos publicaciones colombianas develaron la falsedad de ese señalamiento y los medios privados venezolanos ni lo reseñan. No lo comentan, lo obvian. Así estamos. No solo en materia política, en otros ámbitos, los planteamientos que hace la oposición están bajo el tamiz de la invención, ningún asidero los sustenta. Entonces, ¿sobre qué se puede debatir? ¿Sobre el supuesto fraude en las elecciones del 14 de abril? Ya la oposición se montó en los preparativos de las municipales para este diciembre. El Poder Electoral y su plataforma tecnológica, una vez más, responderán ante el país. Las voces descalificadoras de la oposición, que a ratos niega y luego participa en las convocatorias electorales con el mismo árbitro, han perdido credibilidad ante sus partidarios. De nuevo, estos deshojan la margarita. El gran debate debe darse entre esta dirigencia irresponsable de la MUD, los factores que la integran y sus seguidores. Periodista/Prof. universitariaRevista América Latina
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