Inés Riego
Javier, antes que nada debo felicitarte por la valentía de entrar a un tema al que, “en el llano”, pocos se le han animado. Digamos, para precisar, a popularizarlo y eso solo ya es meritorio. Pero además has puesto el dedo en la llaga en una de las temáticas que más rispideces ha creado entre maritainnianos y mounieranos, aquellos tirando hacia una metafísica del ser de corte tomista y recostada sobre la derecha (aunque muchos no entiendan casi nada del trasfondo de esta metafísica) y éstos, los seguidores de Mounier, renegando de ese “tufillo tomista” y tirando de la cuerda hacia una izquierda revolucionaria pero moderada, por cierto. Yo me río cuando dicen que las ideologías han muerto, porque de hecho la realidad dice que estas grandes “ideas-pasiones” del siglo XX no han caducado y están a la orden del día en los discursos políticos y de la cultura en general. Pero te voy a ser absolutamente sincera: coincidiendo con Lucía, no veo inevitable ese hiato entre “metafísica del ser” y “metafísica del devenir”, que son perfectamente conciliables y complementarios, en el plano filosófico al menos. Porque de hecho Mounier no reniega de las categorías metafísicas (aunque critica lo criticable, por supuesto, como la rigidez de ciertas estructuras tomistas propias de un discurso medieval incapaz de pensar la relación como esencial a la persona) sino que las incorpora tranquilamente a su discurso adaptándolas a su razón agapeizada cristiana. De hecho al definir al “indefinible humano” dice que la persona es “un ser espiritual constituido por una forma de subsistencia y de independencia en su ser…” etc., usando desde ya la categoría metafísica de ‘subsistencia’, y ¡hablamos de metafísica del ser! Más bien me inclino a ver las grandes diferencias entre uno y otro en la interpretación de la persona como relación amorosa en Mounier, que es y se hace a la vez, y más clausa y sustantivista en Maritain aunque abierta a lo comunitario, y en las distintas lecturas sobre la esencia de la Iglesia y la cristiandad, Maritain más ortodoxo y Mounier un revolucionario, al punto de dirigir su discurso de denuncia contra la cristiandad difunta y la burguesía cristiana de aquella época, no tan distintas de las nuestras.
En fin, hay mucho por pensar y más por estudiar, pero tu comentario breve es una puerta abierta perfecta a este debate que todavía nos debemos los personalistas actuales. Y esto sin olvidar que nada puede suplantar al valor del buen diálogo entre las distintas posiciones -y pasiones-, y que desde esta espléndida libertad del pensamiento estamos obligados a ser críticos lúcidos de ambos, siempre viendo y reconociendo lo bueno y noble que uno y otro nos han dejado para poder pensar desde uno mismo. Este espacio refleja precisamente esa libertad sin la cual no somos.
M.C. Roth
Coincido con inés en el comentario pero tamién me genera la pregunta si es necesario seguir tirando de la cuerda o sería más positivo una actitud integradora-desde los dos lados- acerca del mundo del “ser” y del devenir” No creo que haya hiato alguno sino que el ser va siendo en el devenir… de ahí su historicidad. Su realización en la comunididad de individuoa… pero la tenporalidad es ingherenteal ser en su devenir…