Revista Diario
Las vacaciones de verano, de los niños, son exageradamente largas. Casi tres meses de inactividad, oficial, me parece, en mi humilde opinión que no es lo correcto. Si pensamos en los sufridos padres, que tenemos que hacer auténtico encaje de bolillos con los pocos días de vacaciones que tenemos, en comparación a los de los niños, se entiende, es un auténtico dolor de cabeza. Y un atraco a los bolsillos cuando los tienes que "colocar" (sí, sinceramente, creo que es así) en mil actividades. Creo que los padres recibimos mensajes contradictorios. Si el verano es un tiempo para estar en familia, disfrutar de los niños para compensar las largas jornadas de trabajo del resto del año, pero nos hemos de arreglar las vacaciones, tu cubres estas semanas, yo estas otras, quedan pocos días para estar todos juntos. (Ahora entiendo para que servía aquello de los conjuntos complementarios que nos explicaban en la prehistórica EGB).A esto le añadimos que los niños llegan a casa el último día de cole con un amplio listado de lecturas, fichas y cuadernos de vacaciones varios. Total, que el verano se vuelve a convertir en un tiempo de mil actividades, y lo del relax en familia se reduce, con suerte, a una o dos semanas de los tres meses de vacaciones, de los niños.Con todo, soy totalmente defensora de los deberes de verano. Aunque con un planteamiento diferente. Recuerdo cuando yo era pequeña, que también disfrutaba de mis largos tres meses de vacaciones, que al estar con mi madre teníamos tiempo para todo. Deberes, piscina, parque, bicicleta. Podías hacerlo todo cada día sin problemas. Ahora los tienen que hacer cuando vuelven extenuados de la escuela de verano, con los abuelos, la canguro o el poco tiempo que coinciden con papá y mamá. Entonces sí que quizás la larga lista de deberes se hace un poco complicada de gestionar.Yo este año lo que hecho con mi hijo mayor (la peque tiene unos deberes de futura P4 bastante asequibles) ha sido imitar a Napoleón y aplicar aquello de "divide y vencerás". Los libros de vacaciones, de reseguir y las dos lecturas los cogimos el primer día, contamos las páginas que tenían, miramos los días de la semana de lunes a viernes que tenían los meses de verano e hicimos un breve planning para que nadie se agobiara. Y así hemos conseguido terminar todos los cuadernos de vacaciones sin demasiada queja.A nuestros hijos les ha tocado vivir una época de mucha actividad y deben adaptarse a ella. Creo sinceramente que los deberes en verano son necesarios. Poco o mucho, no perder el contacto con la lectura, la escritura, y los conocimientos que van adquiriendo a lo largo del curso, es imprescindible. A pesar de todas las actividades, plannings de canguro imposibles y miles de cosas a cuadrar, el día tiene muchas horas y dedicar unos minutos al estudio no debería suponer un problema.