Los niños tienen la capacidad de desastar el horror financiero. —Papá, cómprame ésto; mamá, ¿me alquilas este juego para la wii?; abuela quiero un bakugan; tío, ¿me llevas al cine?— Y ante ese panorama uno desearía que en los colegios enseñaran algo de minimalismo a los niños. De hecho, como la crisis ha probado, a todos nos hubiera ido mejor si hubiéramos mantenido a esa tarjeta asesina de nuestro crédito en el bolsillo.
Pues como nunca es tarde si la dicha es buena, aquí vengo yo a proponer unos deberes minimalistas para padres, profesores y artistas similares, e incluso, ¿acaso somos tan distintos a los niños?, para marcárnoslos como medicina curativa a nosotros mismos.
La terrible lista
La próxima vez que tu niño te pida algo, contéstale que escriba una lista de todas sus posesiones. Si protesta diciendo que sería mucho trabajo, ya le has transmitido el mensaje, —es porque tienes muchas cosas, ¿para qué quieres más?— Si aún así insiste, mántente firme, dile que primero haga la lista y luego, con la lista delante, llegaréis a un acuerdo.
Si hace la lista sin hacer trampas —un “estuche con lápices” puede contar como una cosa una “play station con 37 juegos”, debería contar como 38— será señal de que verdaderamente quiere ese objeto nuevo. Es posible que, a medias, se dé cuenta por sí mismo de que no necesita esa cosa nueva y deje su lista a la mitad.
¿Comprar?
Pues tú verás, si verdaderamente no hay posibilidad de comprarla, se lo dices sin tapujos y revisáis juntos la lista buscando formas de apañaros con lo que ya tenéis. —Es imposible comprarnos el Castillo Pirata de Arruinabancos SA, pero puedes construir uno con los lego—. Por cierto, ni se te ocurra aparecer con una tablet iPócrita 2.0, las niñas no son tontas.
Deberás también revisar la carga ética de la compra. ¿Es ecológica? ¿Hay niños esclavos trabajando en fabricarla? Y por cierto, no impongas lo que no te impones, y si no vives como deberías vivir, hoy es el momento perfecto para cambiar.
Si hay posibilidad de comprarla, puedes diferirla a un día especial o vincularlas a las buenas notas. Si no hay ningún día especial cercano, puedes crear uno, ligándolo a alguna fiesta civil o religiosa o algún aniversario familiar o simplemente dejarlo para fin de mes —el saber que tienes que apartar dinero para tus niños te hará tener más cuidado. Por supuesto siempre puedes reservar los mejores regalos para navidades o el cumpleaños.
Por último, también puedes valorar su ahorro, diciendo que cuando junten la mitad del dinero —por ejemplo—, tú aportarás la otra mitad.
Revisar, conservar, dejar
Antes de comprometerte a comprar, puedes y quizás debas, pedirle que primero pase por una sesión de “Duda, conservar y dejar”. Esto es poner todas sus cosas —o una clase de cosas, como los juguetes— en tres montones, contenedores o listas:
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Duda: Cuando el niño no ha decidido si debe dejarlo o no, puede poner el objeto en este montón. Una cosa no debe estar en este montón más de una vez. Al final de la sesión nada puede quedar en este montón.
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Conservar: Donde ponemos las cosas que verdaderamente queremos.
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Dejar: Donde ponemos las cosas que vamos a reciclar, vender, regalar o intercambiar, porque ya no nos hacen falta.
Una lista actualizada
Dile a tu niña que debe conservar su lista. Si es un niño, que la guarde él también. Es su responsabilidad mantenerla actualizada. Si la pierde, no pasa nada, siempre la puede hacer de nuevo
Si esto se convierte en hábito: comprobar la lista, negociar la compra y hacer una sesión de “Duda, Conservar y Dejar”, fomentarás unos hábitos responsables de comprasEspero que este artículo sirva de ayuda a padres e inspire a profesores y educadores, pero también a que los que nos creemos adultos, actúemos como tales