Estos días hay una gran controversia sobre la conveniencia o no de que los alumnos/as realicen deberes en casa. Son muchas las voces en contra de esas tareas que los profesores mandan realizar en casa, solicitando su total eliminación. A su vez, encontramos profesores que cargan a los alumn@s con infinidad de deberes.
La elección entre una y otra postura nos lleva a tener en cuenta diferentes parámetros que están relacionados con la educación. A pesar de todo no es una elección fácil de tomar, y siempre encontraremos razonamientos a favor y en contra.
Una posible solución pasa por un nuevo estilo de aprendizaje: la flipped classroom o “clase inversa”.
Los estudiantes siempre hemos realizado deberes en casa, en mayor o menor cuantía. Entonces, ¿qué sucede ahora para que nos llevemos las manos a la cabeza y nos posicionemos en contra?
La vida cotidiana de los estudiantes y sus familias ha cambiado enormemente de 30 años para acá. Ese es uno de los parámetros que tenemos que tener en cuenta a la hora de posicionarnos en esta controversia.
Hasta hace unos 25-30 años, los estudiantes salían de sus colegios y los recogían sus madres (en la mayoría de los casos), merendaban y realizaban las tareas, en su mayor parte repetitivas de las realizadas en el colegio. Estaban acompañados por sus madres, quienes solucionaban sus dudas. Cuando finalizaban las tareas salían a jugar un rato a la calle y disfrutaban “como niños”.
Actualmente todo eso ha cambiado: raramente acude la madre o el padre a recoger a los alumn@s, normalmente van los abuelos o alguna persona encargada de cuidarles mientras no están los padres. A la salida del colegio hay que marchar corriendo a alguna de las innumerables actividades que tienen y cuando se llega a casa es de noche, están cansados y tienen ganas de dormir.
Un aspecto muy relacionado con el anterior es la sobrecarga de actividades extraescolares a los que están apuntados los estudiantes. Hace años solamente nos apuntábamos a una actividad, que mayormente era deportiva o musical, ajena a las materias cursadas en los colegios, por lo que nuestra mente se despejaba con esa actividad y salíamos más motivados.
Hoy en día les inscribimos en tantas actividades que no tienen ningún momento libre en todo el día. Al mismo tiempo, esas actividades complementan las materias del colegio (inglés, academia, informática…), produciendo un agotamiento mental del alumn@ que le bloquea para realizar posteriormente las tareas solicitadas por el profesor.
Como he mencionado anteriormente, los padres no recogen a sus hij@s, sino que lo hacen los abuelos o personas dedicadas a su cuidado. La implicación es que en la mayor parte de los casos no pueden ayudarles en la realización de los deberes, ya que no recuerdan o no saben explicarles en caso de duda. Por consiguiente, tienen que esperar a la llegada de los padres para terminar los deberes.
Muy relacionado con todo esto está la amplitud cultural que se nos exige en la actualidad. Ya no basta con conocer los ríos de la península, las operaciones elementales y a escribir con corrección. Ahora los alumnos tienen que tener una cultura general mucho más amplia, ya que cuanta más información manejemos, mejor podemos decidir y más posibilidades tenemos de realizar aquello que nos interesa. Además, hay que estar a la última: si este año ha entrado o salido un país de la U.E., otro ha entrado en conflicto, … Todo ello hace que la cantidad de información que se maneja actualmente en los colegios es muy superior a la que se manejaba hace unos años.
Otro parámetro importante es que las tareas solicitadas por los profesores no son tan repetitivas como lo eran antes. Hace unos años se realizaban unos ejercicios en clase y en casa había que repetirlos para afianzarlos.
Hoy en día se exige a los alumn@s mayor grado de razonamiento y comprensión en los ejercicios, por lo que no son repetición de los realizados en clase ni encontramos la respuesta fácilmente en el texto del libro. Para realizarlos, el alumno ha tenido que comprender la materia e interiorizarla, suponiendo un esfuerzo mucho mayor.
En algunos casos, ni siquiera los padres pueden ayudarles, ya que en su época se realizaba de otra forma, son conceptos que no se manejaban antes, están cansados, no saben explicarles…
Otra cuestión a tener en cuenta es el horario de los colegios, algunos tienen jornada continua, con lo que los alumn@s terminan al mediodía. Otros mantienen la jornada partida, alargando el horario escolar hasta las 17:15 o 17:30.
Los pros y contras de cada horario son diversos; la jornada continua implica que los padres tienen que tener la tarde libre, o contar con la ayuda de abuelos…; en su favor está que el alumn@ dispone de más tiempo para actividades extraescolares, deberes, estudio…
Con la jornada partida los padres no tienen tanta dificultad para compaginarlo con sus trabajos, pero en su contra los alumn@s tienen menos tiempo para todas las actividades programadas y sus deberes, llegando muchas ocasiones a las 9 de la noche a casa para realizar las tareas.
También deberemos tener en cuenta la particularidad de cada alumn@ en concreto. Existen estudiantes que prestan atención en las clases y contienen suficientes recursos para realizar las conexiones necesarias para un razonamiento comprensivo, aplicando correctamente aquello que han aprendido en distintas situaciones. Para ellos el realizar en casa un exceso de deberes es innecesario.
Por otro lado, otros estudiantes necesitan mayor refuerzo para asimilar y aplicar los conocimientos. Les cuesta más relacionar conceptos y extenderlos a otras situaciones. Estos alumn@s tienen que afianzar muy bien los contenidos y para ello necesitan refuerzos y trabajarlos en diferentes circunstancias. Los deberes que los profesores mandan para casa les ayudarán a su comprensión y razonamiento. Para ello no necesitan un exceso de tareas, sino una variedad de las mismas, con el fin de trabajarlas en todas sus vertientes.
En definitiva, podemos ver que son varios los parámetros que influyen en la conveniencia o no de las tareas escolares para casa, y gran importancia tiene el escaso tiempo que pasamos los padres con nuestros hij@s.
Esta controversia se puede subsanar en parte con un nuevo estilo de enseñanza-aprendizaje: flipped classroom o “clase inversa”; el tiempo que el profesor dedica en clase se utiliza para promocionar la participación de los estudiantes, realizando un aprendizaje activo mediante preguntas, discusiones y actividades aplicadas, explorando y aplicando las ideas. Por otro lado, parte del proceso enseñanza-aprendizaje se realiza fuera de clase, utilizando las nuevas tecnologías que tanto atractivo tienen para los estudiantes.
En definitiva, podemos encontrar aspectos que nos sitúan a favor o en contra de los deberes para casa, pero en la mayoría de los casos dependen de la individualidad de cada estudiante y cada familia.
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