Revista En Femenino

Deberes y juegos. La rayuela (por Arantxa)

Publicado el 25 marzo 2015 por Imperfectas
Deberes y juegos. La rayuela (por Arantxa)Esta semana los niños empiezan las vacaciones de Semana Santa. Entiendo que para muchos padres esto supone poner en marcha una logística complicada, pues tienen que ir a trabajar, pero yo lo estoy deseando, porque llega el descanso de los exámenes y los deberes diarios, un merecidísimo respiro. Seguro que nos va a tocar un trabajito de vacaciones, pero me consuelo con el hecho de que no sea algo diario, una rutina más. Las vacaciones son para romper con la costumbre, con los horarios del día a día, para descansar, para jugar.
Me han pasado esta tarde una petición para que firme por "la racionalización de los deberes en el sistema educativo español". Estoy a favor de la racionalización, nunca de los deberes abusivos, entre otras cosas, porque no creo que con los mismos se logren avances pedagógicos importantes e incluso, en algún caso, seguro que son perjudiciales para el niño. Y que conste que para mí racionalizar no es igual a deberes cero.
El tema de los deberes genera subidas de tensión a más de una mamá y más de un papá –yo lo he vivido-. Y cuando tus hijos van ascendiendo en los cursos de Primaria te encuentras con que, además de los deberes, llegan los exámenes.
Los primeros exámenes se viven con cierto estrés y tensión. Nosotras no somos veteranas, para nada, pero ya llevamos varias de estas pruebas en la mochila. Para el último de matemáticas, mi hija mayor ha tenido que aprender varias tablas de multiplicar. A mí me da una pena horrenda que se tenga que enfrentar a estas obligaciones ¿inevitables? -sí, inevitables, me temo- siendo tan niña aún. Nosotros tratamos de desdramatizar con el tema, para que ella no sienta presión. Entiendo que no queda otra, porque hay que evaluar a los alumnos -si hay algún maestro en la sala que sepa de que otras formas se puede conocer, de manera fiable, el nivel de conocimientos de nuestros hijos, sin pasar por los exámenes, que nos lo diga-.
Hoy estaba esperando en el patio a que mis hijas salieran de clase, cuando fui a dar con mis pies a la rayuela que hay en uno de los lados de la pista central. He caído entonces en dos cosas. He recordado que no he leído “Rayuela” -me da respeto, Cortázar y el libro-. Y me he dado cuenta de que mis recuerdos de infancia jugando a la rayuela son muy muy vagos, difusos. Supongo que porque apenas he jugado.
Tras recoger  a las niñas y notar a Martina muy contenta porque ha superado lo de las multiplicaciones con buena nota, nos hemos dirigido a la rayuela otra vez. Mi hija mayor se ha hecho con una piedrecita, la ha tirado y ha empezado a dar saltos en las casillas, mientras me decía que aún tiene que aprender las tablas del 7, el 8 y el 9 y muchas más cosas. “No te preocupes. ¿Sabes que mamá anda por la vida sin saber cómo se juega a la rayuela? Tienes que enseñarme”. También yo tengo que aprender muchas cosas aún, es cierto. A jugar a la rayuela, por supuesto, y sin tener que hacer frente a un examen. A ver si alcanzo el cielo.

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