¿Deberíamos atrasar la hora?

Después de que expertos de toda España a cargo del Gobierno hayan empleado horas y horas en la dura labor de encontrar algo en lo que vayamos adelantados (a favor de la Marca España), por fin se ha concluido que vamos adelantados… Una hora. Países con los que estamos geográficamente alineados, por ejemplo Gran Bretaña o Portugal, tienen sus relojes sospechosamente atrasados una hora respecto al nuestro, lo cual produce que su horario sea más solar que el nuestro.

En realidad este debate lleva cerniéndose desde 1942, cuando Franco, por simpatía con Hitler, decidió poner su reloj a la misma hora que el del dictador alemán; de repente, un gallego cualquiera que viajase hacia el sur y entrara el Portugal, debía atrasar su reloj, cuando en realidad eso sucede cuando se viaja hacia este u oeste. Raro parecía en el año 2012 que Sudáfrica tuviera la misma hora que nosotros, mientras que nuestros vecinos no más cercanos no.

El debate sobre atrasar la hora

El hecho de tener un horario más solar significaría, según dice el Washington Post, que abandonaríamos este jet-lag perpetuo y nuestra productividad, al estar más descansados, subiría, haciendo que nuestra economía mejorara. Grandes expertos estos americanos, como siempre, en la cultura y forma de vida española.

Actualmente el debate se sitúa en si, sociológicamente, este cambio serviría a los españoles para ser más alemanes y trabajar no más, sino mejor. Para eso, nuestro horario occidentalmente extraño cambiaría por completo, comer a las tres empezaría a ser cosa de antaño, mientras cenar a las siete iniciaría su camino hacia la normalidad, amén de que el dicho de “tiene usted una puntualidad canaria” pasaría a ser historia.

Veremos la posición que toma al Congreso respecto a esto, en cualquier caso, aquellos a quienes les gusta cerrar sus bares fetiche a las cuatro o las cinco de la mañana, por si acaso, deberían aprovechar: Puede que estén ante las últimas ocasiones de hacerlo. Así mismo, la duda sobre la influencia del cambio de horario sobre nuestra economía atrapa en sí la cuestión de si hará que otros vicios, como el de pagar lo menos posible a hacienda o elegir a malos políticos, también quedarán solventados.