Han mentido, engañado y estafado a los españoles, han incumplido sus promesas, desprecian la opinión de las mayorías, se comportan como tiranos y están destrozando las libertades, derechos y dignidad de los españoles. Son los socialistas de Pedro Sánchez, un partido dividido, que ha renunciado a su componente democrático y se ha tornado tirano, desvergonzado y sucio. Los socialistas españoles, después de los terribles daños causados por Zapatero y Sánchez a España, deberían estar de rodillas, arrepentidos y pidiendo perdón por habernos empobrecido, desprestigiado y arrebatado la esperanza, pero están compitiendo por el poder, conversando para formar gobierno con la chusma política más degradada de la nación, como si no fueran los culpables del desastre, como si no hubieran dejado detrás de su gobierno un inmenso reguero de infelicidad y tristeza. ---
Incluso se atreven a negociar una amnistía para los delincuentes catalanes y vascos, a pesar de que en campaña electoral dijeron que la rechazaban por no ser constitucional. Casi la totalidad de las bajezas antidemocráticas existentes están siendo protagonizadas por el socialismo español, que, con Sánchez en el poder, se ha deteriorado y podrido hasta límites de repugnancia.
Tras sus mandatos, los socialistas han logrado que el país avance hacia la tiranía venezolana, que retroceda en derechos y libertades, que pierda prestigio y peso en el mundo y que se convierta en el mendigo de Europa y en la puta de Marruecos, país al que Sánchez está suciamente sometido.
La enorme injusticia que significa contemplar a los socialistas españoles, comandados por un hampón como Pedro Sánchez, compitiendo por el poder, de igual a igual con otros partidos que no arrastran la enorme carga de su fracaso como dirigentes de un pueblo al que han herido profundamente y degradado, es fruto de tres factores lamentables: la debilidad de la oposición de derecha, la degradación interna del PSOE como partido de principios, en el que solo subsisten el ansia de poder y un aparato de propaganda fuerte y eficaz, y la inconsistencia insensata de la sociedad española, que no es consciente todavía de la profundidad del pozo de cieno en el que nos ha arrojado y sepultado el sanchismo.
La derecha española, desmoralizada y casi inexistente porque su partido representativo, el PP, está fascinado por la izquierda y abraza una ideología híbrida y desnaturalizada, algo similar a una socialdemocracia descafeinada, ha sido incapaz de hacer ver a los españoles las dimensiones horrendas del desastre que ha significado el sanchismo y pierde el tiempo y la escasa energía que posee enfrentándose a VOX, un partido nuevo que no tienen en sus alforjas culpa alguna en la degradación y corrupción de España. El PP de Feijóo no ha sabido ofrecer al electorado una alternativa ilusionante, ni ha querido abanderar la regeneración de un sistema bañado en la corrupción, en la degradación de la democracia y el abuso de poder. Ha obtenido un triunfo insuficiente en las elecciones, pero podía haber arrasado si no fuera tan cobarde, débil e inmoral como formación política.
Nunca se enfrentarán a un gobierno más degradado e indecente que el de Sánchez, pero, a pesar de ello, han sido incapaces de expulsarlo del poder y liberar a España del maldito sanchismo.
El socialismo español ha caído en la más profunda degradación ideológica y ética, tras demostrar que su única prioridad destacable es el disfrute del poder y de sus privilegios Lo único que les queda es un bien engrasado y eficaz aparato de propaganda, eficaz y casi milagroso, que ha sido capaz de hacer olvidar a millones de españoles que han arruinado al país, que cuando Zapatero llegó al poder España era la séptima economía del mundo, mientras que hoy ya no está ni entre las veinte primeras.
El tercer gran culpable del drama es el pueblo español, cobarde, sin memoria, envilecido por el sistema, fanatizado hasta la náusea, incapaz de aspirar a la libertad y a la grandeza, más preocupado del colesterol que de la decencia, con vocación de esclavo y obsesionado siempre por recibir limosnas y migajas de los poderosos, sin asumir que el ciudadano es quien tiene el poder soberano en democracia y que es el único que da y quita la legitimidad a esas castas privilegiadas de políticos que viven en el privilegio y la abundancia sin merecerlo.
Los tres dramas unidos (una oposición débil, degradada por la corrupción y los complejos ante la izquierda y sin capacidad alguna de ilusionar, un socialismo degradado en el que sólo funcionan la propaganda y el ansia de poder y un pueblo con vocación de esclavo que ni siquiera saber discernir entre el bien y el mal, entre la democracia y la dictadura) han hecho de España un guiñapo que se arrastra en el plano internacional y que asiste, inconsciente y casi drogada, al vertiginoso hundimiento de su prosperidad y de lo que le quedaba de su antigua grandeza.
Francisco Rubiales