Por la rendija entraba un chorrito de aire. Y de luz, la que indicaba irremediablemente que ya había amanecido. Toda aquella chabola olía fuertemente a cabra, pero no había ninguna. Unos restos de cenizas de la hoguera de la noche anterior, algunos cantos un poco pulidas donde no se sabe qué culos se habrían sentado, y las paredes de piedra ennegrecidas de soportar humos de cientos de fuegos acogedores en la inhóspita noche de la alta montaña. En otro tiempo aquí vivió un cabrero, ordeñó a sus animales, hizo su queso que curaría en esas tablas, y vería pasar de la nieve al insoportable calor de la insolación por encima de los 2000 metros. Quizá se llamase Juan, quizá sus cabras “palomita”, “la fresca”, “majorera”. O igual no.
Sacó la nariz del saco. Se desperezó. Al inclinarse como si fuera una momia renacida del fondo de una pirámide sintió el frío intenso de la mañana que se colaba, también, por la techumbre desvencijada. Había dormido en tantos sitios tan parecidos a este: en Montblanc, en los Andes, en los Apeninos… Había caminado por tantos senderos… Se le vino a la cabeza la cara de Tchang y aquella búsqueda interminable por el Tibet, que finalmente había terminado con un final feliz.
No daba tiempo de hacer café, estaba previsto que volvería a nevar en las próximas horas, y había que reanudar la búsqueda. Metió el saco en la mochila, la apretó bien y salió. El perro corrió sobre la nieve, había caído muchísima. El espectáculo era impresionante. No sabía si encontraría a su amigo. Cerró la puerta. Sí sabía que al menos debía intentarlo, aunque hubiera pasado ya tiempo desde su desaparición.

Nota.: Víctor Teni se perdió en el Parque Nacional del Teide en enero de 2014. Su sendero lo condujo a un lugar desconocido, como al personaje de Hergé, Tchang, al que Tintín sale a buscar en un entorno inhóspito. En la angustia de saber a un deportista perdido en el Teide imaginé miles de veces a Tintín buscándolo por las Narices del Teide o por Pico Viejo, rodeado de nieve y con mucho frío, quizá pernoctando en la vieja cabaña de Juan Dévora en Boca Tauce.
Teni no ha aparecido, quizá Tintín algún día lo encuentre. Vaya mi homenaje para la gente de las montañas, para los que se perdieron, y también para los que los buscaron.