Una vez que haya llevado a cabo las pruebas mencionadas y cuando haya tomado su decisión sobre el grupo, recuerde que con palabras terminantes Juan nos indica cómo tratarlos: «Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina [la doctrina de Cristo], no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras» (2 Juan 9–11).

