Década de los años 40

En esta década el cine empieza a consagrarse como un séptimo arte con grandes películas, y por supuesto grandes bandas sonoras.

Ejemplo de ello son;

‘Los mejores años de nuestra vida’ de Hugo Friedhofer
‘Recuerda’ de Miklós Rozsa
‘Ciudadano Kane’ de Bernard Herrmann
‘Sinfonía de la vida’ de Aarón Copland
‘Rebeca’ de Franz Waxman

Estos grandes compositores y otros irrumpen en el panorama de la música con pleno esplendor. Y junto con los anteriores han acompañado a la historia del cine y las grandes obras maestras.

En 1948 Brian Easdale compone la música de ‘Las Zapatillas Rojas’, una obra maestra del cine por su belleza estética y su interpretación. Ganó el oscar a la mejor BSO de ese año. En esta película la música es el protagonista principal. Aunque realiza una magnífica combinación de puesta en escena, interpretación y dirección.

Mención especial también merecen las películas de Disney que utilizan hermosas melodías en sus películas como fue en esta década Pinocho. Aunque ya en 1937 con el título Blancanieves tuvo un gran éxito. ¿Y quién puede dudarlo, cuando los niños como mi hijo siguen cautivados por estas músicas? ¡70 años después! Dedicamos más adelante un apartado especial a la música de Disney.

Merece atención un análisis del tipo de música que se componía en las primeras décadas del cine, pues los temas que se trataban eran muy clásicos; historias de amor, de desazón, aventuras, miedo, suspense etc. Los esquemas tenían patrones definidos. El trabajo se hacía a ‘pulmón libre’. Había que componer trabajando con materiales ‘nobles’, los instrumentos, las orquestas. Pero la imaginación, la improvisación, la creatividad, y hasta la ingenuidad era componentes ideales que estaban en las manos de artistas. La inocencia se palpaba en cada trabajo.

En estos tiempos, el cine más sofisticado, los efectos especiales, la búsqueda de temas complejos, la saturación de un cine más comercial, más industrial, y la falta de imaginación muchas veces han incidido directamente en las composiciones. Ahora todo se tiene que ‘vender’, y aunque eso no es malo en si mismo, ha producido una menor calidad artística. Se busca lo que suene bien, ‘la canción del verano’. Esto no significa que la calidad musical de las bandas sonoras hoy no sea buena. En absoluto, es diferente, como lo es el propio cine, y todo lo que nos rodea esta sociedad más consumista, más impersonal, menos creativa, menos imaginativa, más degradada, más deshumanizada. Quizás antes se pensaba más en la música y la propia película, hoy se piensa más en términos de mercado y de ventas.

Esto que es inevitable, debe impulsarnos a desear conocer y apreciar los grandes de los años 30, 40 y 50. Es una forma de comprender mejor, de aprender de ellos, de saber más de música, en definitiva, como se dice en los conservatorios, debemos aprender a ‘educar el oído’ para tener una amplitud de miras. Es imprescindible conocer a Newman, Waxman, Tiomkin y todos sus contemporáneos para ver los trabajos que hoy se hacen en su justa medida, para juzgar con más elementos de peso, y nunca mejor dicha esta expresión al referirnos a los compositores de ‘peso’, a los ‘padres’ de la música de cine.

En la década de los 40 se hicieron grandes bandas sonoras, había un nivel de composición muy alto, y es que la lista de genios era impresionante. Suele suceder que cuando el cine es de calidad, las bandas sonoras también lo son, y el cine de los 40 era de mucho nivel. Había grandes directores, grandes actores, muy buenos guiones, y eso era ensalzado con música de gran calidad melódica e instrumental.