Revista Educación

Decadencia

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Decadencia

Desde hace años, se ha denunciado el deterioro de una de las que califican como primeras ciudades turísticas de España. Para mí, Ten-Bel era un mundo aparte, un refugio veraniego en el que la vida cambiaba (para bien la mayoría de las veces) y todo eran aventuras. En mis años de infancia cada año teníamos dos mudanzas, una a Garafía, en La Palma y otra al sur de Tenerife, a Ten-Bel, para seguir los pasos de mi señor padre que allí trabajaba. En este segundo cambio de casa, se llenaba el maletero del coche con comida (que en el sur todo era más caro), libros, porque yo sin ellos no me dejaba arrastrar a ninguna parte, y un televisor. Para mí aquel lugar era pura fantasía, había niños que hablaban en idiomas desconocidos, podía leer, tomar el sol y bañarme cuanto quisiera, se jugaba al mini-golf, todos los días abrían las mini discotecas y, de camino al epicentro de Ten-Bel, donde había una gigantesca torre a la que me daba miedo subir, lo que debió ser una alameda ajardinada para mí era un bosque en el que, ¡oh milagro! se desplegaba una mini feria a lo yanqui, con puestos de tiro al globo que me dejaban hipnotizada. Como era muy torpe, nunca conseguí ni chochona ni perrito piloto.

Decadencia

Pasaron los años y los establecimientos turísticos comenzaron a deteriorarse, los negocios a cerrarse y, con ellos, cualquier aspiración a reactivar el lugar. Dicen desde hace tiempo que es hogar de ratas y muchos vecinos se ven con la desagradable tarea de lidiar con ellas, además de con cortes de luz por impago de comunidades, por lo que se ha solicitado ayuda al ayuntamiento. Ver las imágenes de uno de los centros de mi infancia lleno de basura me produce tristeza. Hasta cierto punto es como una confirmación de que sí, la infancia se te escapa entre los dedos, desaparece y se va a vivir al mundo de tus recuerdos. Con lo eterno que nos parecía todo entonces.


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