Revista Cultura y Ocio
1 – Haga cuernos e invoque a los dioses para que su rival sufra un accidente o una gastroenteritis antes de llegar. Recuerde: el mejor rival es el que no juega. 2 – Si no queda otra opción que jugar, asegúrese de que a su oponente le toque una silla sin tapizado. No soportará tres horas allí sentado y abandonará la partida. 3 – Si usted es fumador, arroje el humo sobre el tablero y a la cara de su rival. Si usted no es fumador, es una buena oportunidad para comenzar.
Nota: Los puntos siguientes se llevarán a cabo cuando su adversario está pensando.
4 – Relacionado con el punto tres: deje caer la ceniza sobre el tablero y límpiela. Derribe piezas en el intento, para aumentar la distracción. 5 – Párese para ir al baño y patee la mesa para que caigan algunas piezas. Pida perdón y deje que su rival se encargue de acomodarlas. 6 – Ante una posición difícil, distraiga a su oponente ofreciéndole un café. Si acepta, párese para buscarlo y patee la mesa de nuevo. Si no acepta, hágalo igual y busque uno para usted. 7 – Ubíquese detrás de su rival y hable en voz alta. Baje la voz luego del tercer pedido de silencio. 8 – Si llega al apuro del final, mueva las piezas a los manotazos derribando las que están alrededor. Apriete el reloj y exija que su rival las reacomode con los pocos segundos que le restan. 9 – Si su adversario intenta la misma estrategia, detenga el reloj y eleve una protesta al director del torneo. 10 – Siga jugando aunque su posición esté totalmente perdida. Siempre existirá la posibilidad de que al otro le dé una gastroenteritis, como se comentó en el punto uno.
¡Nos leemos!
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