Amparo, una joven y muy buena clienta, nos trajo dos sillas en muy mal estado que quería restaurásemos y dejáramos en madera vista, para completar un juego para su comedor junto con las Sillas Marco Polo que nos compró a la vez.
Así que nos pusimos los guantes, cogimos el decapante y.... ¡manos a la obra!
De muchos de vosotros es sabido lo tedioso y engorroso que es decapar con ese maldito producto..., pero hay que reconocer que, después de varias capas, retirada con espátula, y lijado, daba gusto ver cómo la madera salía a la luz...
¿Veis qué diferencia?
Poco a poco nuestro esfuerzo, que no era poco, se iba viendo recompensado cuando el color rojizo iba perdiendo cada vez más terreno y lo natural tomaba forma.
Después de decapar (¡por fín!), elegimos el tinte que aplicaríamos a las sillas, y que asemejaría a las ya mencionadas Marco Polo, según el gusto de nuestra clienta, claro está.
Hemos descubierto en este tinte la perfección, puesto que se aplica con facilidad y queda muy homogéneo, sin los consabidos excesos que otros productos dejan si se cubre una zona más que otra.
La mejora es obvia, ¿no creéis?
Pues tras tintar, barnizar y encerar, llevamos las sillas a nuestro tapicero de confianza, quien con la preciosa tela que eligió Amparo de las que teníamos en el taller, nos realizó los asientos.
En otras ocasiones, nosotras mismas tapizamos, pero esta vez la plancha de madera que hacía las veces, debía entrar por sendas ranuras laterales con precisión meridiana (nunca mejor dicho dada la tela escogida) y optamos por las manos de un profesional.
A nuestro gusto, han quedado espectaculares, y a las de su dueña, ¡también!
Lástima que vayan a su nuevo hogar, porque con nuestra Euterpe quedaban fantásticas, jeje.
Sabemos que este tipo de trabajos no son muy frugales, pero nos encanta participar en la quedada de Marcela Cavaglieri, y con su permiso, allá que nos vamos. ¡Acompañadnos!
¡Feliz fin de semana!