Revista Humor

Decentes & Prostitutas

Por Jerjes Ascanio
Decentes & ProstitutasEllos eran un matrimonio aparentemente perfecto, pero el "aparente" era su mayor defecto, pues la esposa importaba menos que nada y el esposo con prostitutas la engañaba.
Un día la esposa se enteró de lo de las prostitutas y por cosas del destino se encontró con una de ellas.Pero esta era una prostituta extrañamente fina, no era como la imaginó.
Esta no parecía de esas que trabajan en una esquina. El encuentro fue en un restaurante, uno muy elegante... La esposa llegó a su mesa a saludarla.. Dijo: -Hola mujer, me sorprende tu porte y estilo. A lo que la prostituta contestó sarcástica: -Gracias lo mismo opina tu marido.
En un encuentro bastante raro ellas se sentaron a platicar como "amigas." Y con el sarcasmo que las envolvía la esposa dijo: -Vistes bien para ser una prostituta de esquina. Y la otra sonrió y dijo: Cariño resulta que yo para ti soy solo un espejo, y todo lo que veas en mi, no es mas que tu reflejo.
Ofendida la esposa contestó con desprecio: ¿Qué dices?¿Puta yo? No niña ni en tus mejores sueños, yo soy una mujer buena, una señora de hogar. Y la prostituta sin incomodarse respondió: Tranquila señora yo conozco tu doble moral, por un lado dices ser la ejemplar esposa adulta, y por el otro eres la mas triste y barata puta.
La esposa sorprendida se quedó callada. Y la prostituta continuó diciendo: Tú lo sabes mujer, lo sabes perfecto, por migajas de cariño te vendes completa, y yo por plata vendo mi cuerpo. Ahora dime, ¿Quién de las dos es más prostituta? Yo que vendo caricias muertas o tú que te vendes toda por tan poco, como son sus promesas secas.
Entonces la esposa comenzó a llorar, al escuchar a esta prostituta rara, que sin conocerla le gritó a la cara todo lo que el alma calla.
Luego la prostituta le dijo: Mujer ves que convertiste tu alma en ramera, y la matas a cada noche a cambio de que él te quiera. Ese hombre no es tu esposo él es tu proxeneta, y tú por mendigar su cariño prostituyes tu esencia.
Posterior a eso se hizo el silencio en aquella mesa. La prostituta la abrazó y le susurro al oído: No tenías que presumir decencia, esa la perdiste hace mucho tiempo, sabes que esto es doloroso pero cierto.
En conclusión se me ocurre algo demente, veo que ambas somos putas, pero tú eliges si lo serás siempre, ahora se que yo soy una prostituta decente y tú eres una decente prostituta.
Si lo sé, el nombrecito asusta, pero nunca es tarde para liberarte de tu proxeneta.. Nunca es tarde para recuperar tu esencia!...

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