Revista Opinión

Decepción

Publicado el 11 septiembre 2016 por Msnoferini

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Durante mucho tiempo he presumido abiertamente de mi militancia y compromiso con un partido que supuestamente “venía a conquistar el cielo al asalto” haciendo “nueva política, pero que al final el interés de unos pocos y el mal hacer de unos cuantos más han llevado a ese partido a ser tan vulgar como cualquier otro partido de izquierdas a la vieja usanza. Ese partido, para quien a estas alturas no sepan de mi militancia, era Podemos.

Fuimos muchos los que nos sentimos atraídos por esa idea de tener un partido asambleario en el que su militancia lo decidiera todo, nueva política usando unas formas puestas en práctica ya por sociedades ancestrales pero que volvieron a ponerse muy de actualidad con los movimientos espontáneos que surgieron un famoso 15 de mayo del año 2011.

Podemos representaba un soplo de aire fresco en un momento complicado, donde el colapso del sistema capitalista nos había llevado a la ruina. Podemos encarnaba una forma de sentir a la que nos adherimos muchas personas, que en muchos casos llevábamos tiempo sin votar por no sentirnos representados por los partidos políticos existentes en ese momento. Pero como es habitual las mejores ideas e idearios acaban siendo corrompidos por la naturaleza interesada del ser humano, y Podemos es un claro ejemplo.

A pesar de las críticas recibidas en su momento estaba muy bien no querer definirse a través del clásico eje ideológico horizontal de izquierdas y derechas, si veníamos a hacer nueva política la idea de un eje vertical donde el proletariado y la ciudadanía éramos el extremo inferior en contraposición del capital y quien tuviera el control de los medios de producción y con ello de nuestras vidas era todo un acierto. Podemos era un partido político en el que sin importar a quien hubieras venido votando hasta la fecha o nuestro pasado ideológico todos teníamos cabida.

Estaba muy bien, y por eso se adhirió mucha gente, ser irrespetuosos con quienes jugaron con nuestra economía, nuestras vidas y nuestro futuro, esa “casta” especuladora que arruinó este país o que lo consintió. Podemos era irrespetuoso y hablaba el mismo lenguaje que los currantes, que el emigrante y que toda aquella gente que estaba sufriendo en sus carnes las desacertadas políticas del gobierno de turno.

Podemos representaba aunar política institucional y activismo de calle. Tal como una persona del propio partido lo definió “un pie en las instituciones y cien en las calles”.

También se prometía que todo se haría con máxima trasparencia. Se hablaba de “bolsillos de cristal” y se prometía que siempre que hubiera que negociar algo por parte de nuestra ejecutiva o por las personas designadas para ello “todo se haría con luz y taquígrafos”.

Un sueño maravilloso pero que a día de hoy, y a pesar de los buenos resultados obtenidos en los diversos procesos electorales viniendo de la nada, no ha pasado de eso, un simple sueño.

¿Qué me lleva a aseverar todo lo expuesto y a decir que no se ha cumplido lo prometido y que Podemos, el que a día de hoy continúo considerando mi partido, es tan vulgar como cualquier otro partido? Pues los hechos. ¿Dónde ha quedado el asamblearismo si a nivel estatal aun no hemos convocado ninguna Asamblea Ciudadana y a nivel autonómico tres cuartos de lo mismo? Porque que nadie se crea que simples consultas telemáticas, sin un proceso de deliberación previo de manera presencial, en las que desgraciadamente las opciones a votar vienen manipuladas a interés de quienes las promueven es ejemplo de asamblearismo.

No somos asamblearios, al margen del margen de libertad que se pueda tener en las poblaciones de poca importancia o de un número de habitantes no excesivamente elevado a través de sus círculos locales. No nos engañemos, en muchas poblaciones los círculos locales tienen un nivel de libertad a la hora de convocar actos o gestionar su política local similar al del resto de los grandes partidos. ¿A caso alguien se cree que en grandes ciudades, con millones de habitantes y presupuestos millonarios, se permite plena libertad al conjuntos de los inscritos en esa localidad para a través de su consejo ciudadano poder ser ellos los que tomen todas las decisiones? Supongo que no, pues el tiempo transcurrido así nos lo ha demostrado.

La falta de capacidad de decisión que tenemos las bases también quedó en evidencia cuando desgraciadamente tuvimos que ir a unas nuevas elecciones estatales el pasado 26 de junio, sin olvidar la nefasta forma en que se intentó tras las elecciones del 20D buscar una alternativa de gobierno con el PSOE, desde estatal se nos vendió la película de una segunda vuelta para no dejarnos decidir la configuración de las listas y donde se le debió hacer hueco a los compañeros de IU. Ahora uno se pregunta ¿si vamos a unas terceras elecciones se inventarán algo así como una tercera vuelta para volver a imponernos a las mismas personas en las listas? Esperemos que no, pero a estas alturas ya pocas cosas me sorprenderían.

Por no hablar de cómo desde la ejecutiva estatal, porque a los órganos de partido tan clásicos como los del resto se les ha de llamar por su nombre, no se ha tenido reparo alguno de vender a las ejecutivas autonómicas a la hora de configurar alianzas o de obligarlas a integrarse en partidos instrumentales, y con un nivel de transparencia que siempre ha dejado mucho que desear.

A la cabeza me vienen los dos casos más claros del caciquismo del señor Iglesias y/o de su ejecutiva o círculo de confianza a la hora de negociar u obligar a cerrar acuerdos en contra de la voluntad de los inscritos. Estos casos son Catalunya y Galicia.

La ejecutiva estatal; con la excusa de no tener confianza en el anterior Consejo Ciudadano de Catalunya, no sin cierta razón, y buscando ganar votos a costa de dar un excesivo poder a partidos en vías de extinción y a movimientos sociales que en algunos casos ni siquiera nos tenía en demasiada estima; no tuvo problemas en vender a Podem Catalunya a una extraña marca, de nombre En Comú. En los dos últimos procesos electorales desde estatal cerraron un acuerdo según el cual, entre otras cosas, permitió que de los doce miembros electos, por En Comú Podem, cinco fueran de la marca de Ada Colau (En Comú) o gente de su confianza, cinco de ese cadáver resucitado llamado ICV-EUiA y dos de Podemos.

Desde Podemos estatal se ha hecho muy evidente que no tienen reparos en vendernos o permitir la fagocitación de Podem Catalunya en la marca de Ada si con eso consiguen un mayor número de votos. Sin olvidar como nadie de estatal a querido poner freno a la doble militancia, sin importar nuestros propios principios, y consiente como los afiliados de Revolta Global, la Izquierda Anticapitalista catalana, sigan militando y pagando cuota en su propio partido al tiempo que también militan en Podemos, llegando a ocupar importantes cargos. Un partido, Revolta Global, que en contra de la postura defendida por Podemos parece defender o estar excesivamente cerca de un ideario Catalanista e independentista, como alguno de los movimientos sociales que forman parte de En Comú.

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El caso de Galicia tiene elementos muy similares al catalán, pero en este caso es la marca En Marea la que parece haberse hecho con el control del espacio que debería haber ocupado Podemos Galicia y todo por la intromisión de Podemos Estatal. No olvidemos que tras decidir los inscritos de Galicia el querer concurrir a los próximos comicios autonómicos, que tendrán lugar este próximo 25 de septiembre, en forma de una confluencia electoral con En Marea, la que había registrado la marca como partido ya que no querían repetir la fórmula de la confluencia electoral, y pareciendo que el acuerdo iba a ser imposible tuvo que ser a través del ordeno y mando del señor Pablo Iglesias y su ejecutiva que los compañeros de Galicia tuvieron que aceptar la obligación de formar parte de un partido instrumentar en contra de su voluntad.

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Es evidente que en Podemos algo está fallando, cada día que pasa aparece un nuevo conflicto territorial. Los grandes líderes del partido sólo se han preocupado de de su discurso político, que por cierto cada día es más moderado, con vistas a conseguir más votos y más escaños y se han olvidado completamente de la parcela organizativa, y así nos va.

En definitiva este Podemos poco tiene de ese partido irreverente que tenía en las calles su espacio natural y que defendía como sus tres principios básicos participación, democracia y transparencia. Parece que a cada día que pasa este Podemos es más aburguesado, tradicionalista y vulgar, lo que nos ha llevado a perder a grandes compañeros y votantes, y que a muchos nos lleva a plantearnos si realmente queremos seguir militando en él y llegado el momento nos puede llevar de nuevo a la abstención.

MSNoferini


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