Escribo este post todavía sin terminar de digerir la avalancha de datos que nos ha ofrecido una larga noche electoral. Siento una profunda decepción por los resultados obtenidos por Ezker Batua-Berdeak y creo que, al igual que Izquierda Unida en el Estado, merecía una suerte mejor por su c0mpromiso y su defensa de los derechos laborales y sociales que nos están siendo arrebatados. Me sorprende, y de algún modo me enoja profundamente, que el descontento en relación con el el PSOE benefice al Partido Popular. Las políticas de derechas no se castigan votando más derecha, sino mirando a la izquierda real y dándole nuestra confianza. No sé muy bien qué clase de sociedad estamos conformando, pero cuesta asimilar que la corrupción y la impunidad se premien y la coherencia y los valores sean indiferentes. Ojalá la irrupción de Bildu sea la antesala de un comunicado de ETA, anunciando su desaparición, y ojalá también la reflexión que próximamente abrirá en su seno Ezker Batua-Berdeak sirva para que todas las familias que convivimos en esta formación aprendamos a respetarnos, cohesionarnos y anteponer las ideas y los proyectos, que los tenemos, a las diferencias y los desacuerdos, que también los hay, pero no son insalvables. El movimiento 15-M pone de manifiesto que hay lugar para una izquierda no independentista en Euskadi y tengo la convicción de que antes o después la pluralidad de nuestra sociedad hará un hueco a una fuerza como Ezker Batua-Berdeak que con sus defectos y sus aciertos resulta, al menos para mí, necesaria. Sin duda alguna, seguiremos hablando de datos, balances y pactos en los próximos días. Se avecina una reseca postelectoral larga, con dos gobiernos que quedan muy tocados en Euskadi y en el Estado, sólo que el primero, además, está deslegitimado en las urnas y es posible que no llegue a cumplir su mandato. Tiempo al tiempo.