Ayer terminaron dos de las series españolas que estaba viendo y, como escribir las crónicas de El ministerio del tiempo me lleva más tiempo, hoy toca hablar del desenlace de Bajo sospecha, un nuevo exitazo del binomio Bambú-Antena 3.
Pero antes de hablar del final del caso, quiero analizar lo que ha dado esta primera temporada de sí porque o bien soy yo que soy muy rara o, la verdad, no entiendo esa avalancha de piropos que se está llevando Bajo sospecha. Es cierto que Bajo sospecha ha cumplido muy bien con lo que se espera de un thriller, es decir, que invitaba a seguir viéndola y ha tenido algún episodio que otro muy logrado (para mí el mejor de ellos el que estuvo marcado por la muerte de Alicia y la de Bosco).
Sí que han sabido mantener el interés hasta el final, pero creo que ha sido lo único que han cumplido y que han sacrificado muchos aspectos para mantener el interés.
Porque la verdad es que Bajo sospecha ha tenido un guión facilón donde los haya, lleno de giros mal planteados y peor resueltos y que parecía tomarnos a todos por idiotas. Vamos, que Bajo sospecha es una serie muy mal escrita, lo que es una auténtica pena porque la historia que han planteado sí que era interesante y daba para una serie muchísimo mejor de la que nos han ofrecido.
En primer lugar, nos han dado a una galería de personajes que importaban poco o nada. Si tras ver el primer episodio ya me quejé de que a la familia Vega al completo les faltaba un cartel luminoso que dijera "somos muy chungos", con el desarrollo de la temporada la situación no sólo ha mejorado, sino que ha empeorado. A ningún personaje, a excepción del de Carmen, parecía afectarles la desaparición de Alicia: todos actuaban de forma egoísta, errónea y ponían la zancadilla continuamente a la policía, lo que quedaba completamente absurdo porque la policía quería encontrar a una niña desaparecida y después a su asesino, no es como si los estuvieran investigando.
Ese continuo mal rollo, esa insistencia en que cualquiera podría ser el malo de la película, ha provocado dos cosas muy contraproducentes en la serie: por un lado, era imposible empatizar con los personajes, a pesar de que sufrieran, por lo que ese factor drama familiar quedaba muy deslucido. Por ejemplo, era imposible compadecer a Begoña incluso con la desaparición y posterior asesinato de su hija.
Por otro lado, que se adivinaba muy claramente, sobre todo en los últimos episodios, por dónde iban a ir los tiros al final.
Pero, bueno, eso último no tiene tanta importancia. A estas alturas de la vida todos hemos visto muchas series, todos hemos leído muchos libros y no es como si cogiéramos una novela de Agatha Christie para introducirnos en el género. Con eso quiero decir que si todos son súper mega sospechosos, ya sabemos que el culpable va a ser el único que parezca inocente. Es como cuando en una serie con casos, los personajes episódicos son interpretados por desconocidos, a excepción de uno, que es un actor importante y entonces sabes que él es el culpable.
Sin embargo, lo que a mí sí que me ha decepcionado, porque me ha decepcionado muchísimo, es el devenir de la historia. Bajo sospecha no es una historia orgánica, sino antinatural y forzada. Para alargar la historia, para buscar ese factor interés, los guionistas no han tenido reparo en cambiar personalidades, escribir giros que caían en el olvido y, sobre todo, idiotizar a todo el mundo. Manda narices, porque manda narices, que los policías al completo sean tan rematadamente imbéciles. ¿De veras eran necesarios dos episodios para saber a quién protegía Carmen? ¿En serio? ¿De veras me tengo que creer que una súper policía y psicóloga es tan sumamente idiota de dejar una prueba crucial donde Begoña pudiera verla con echar un vistazo? ¿De veras hay que creerse que Casas no tuviera cuidado con Vidal sabiendo de lo que era capaz?
También era para mear y no echar gota las actitudes de todo el mundo, así, en general, sobre todo teniendo en cuenta el drama familiar que tenían entre manos.
De hecho, lo de los personajes de esta serie está tan mal montado que voy a romper una lanza a favor de Blanca Romero. Sí, Blanca Romero no es la mejor actriz de la serie, es bastante limitada, pero hay que admitir que la chica no podía hacer más con un personaje tan soso. Sólo hay que examinar los grandes actores que tiene Bajo sospecha para ver lo desaprovechados que están todos, que la gran mayoría pasan sin pena ni gloria, destacando únicamente Yon González, Alicia Borrachero y Vicente Romero, que han tenido los personajes más agradecidos.
En lo que respecta al final, tengo sentimientos encontrados.
Por un lado, creo que la idea era buena. Ya lo he dicho. Es muy perturbador que todo fuera una estratagema de los niños que se salió de madre, también lo es el personaje de Pablo, sobre todo en los flashbacks. En ese sentido estoy contenta con el final de Bajo sospecha, me parece hasta valiente.
Por otro lado, la ejecución sencillamente no ha estado a la altura, ni mucho menos. Bueno, como el resto de la serie, a decir verdad. Desde cabos sueltos (¿cómo acabó la profesora muerta dentro del coche de Andrés? ¿De qué se ha dado cuenta Begoña al hablar con la abuela? ¿Quién mató a Bosco? ¿Qué había en las hojas que Begoña quemó?) hasta personajes y tramas que han quedado descolgadas. Ningún Vega ha tenido ningún final, ni siquiera se han molestado en intentar rellenar los huecos de los dramas familiares como la paternidad de Roberto o el inexplicable matrimonio entre Begoña y Andrés.
Vamos, que el cuidado de los guionistas por la familia Vega es nulo. No sé, deberían haber dado un cierre a la familia, aunque sólo fuera por los ocho episodios que han protagonizado, sobre todo si tenemos en cuenta que la segunda temporada será otro caso.
De hecho, el final que se insinúa para la familia principal es de nuevo muy facilón. No sólo Pablo no va a pagar por lo que hizo (y no sólo dejó encerrada a su hermana durante días en una cabaña, sino que asesinó a su prima), sino que los otros tres miembros de la familia han sido exonerados mágicamente cuando Carmen y su hermano enterraron a Nuria y luego fueron a mover el cadáver, Roberto destruyó pruebas y amenazó a Laura y Emi se sacó de la manga una acusación hacia Vidal, un policía, sabrá ella por qué, que tampoco tenía mucho sentido. Y por si eso no fuera poco, Carmen aún se permite el ir de superioridad moral con Laura que no fue honesta, pero ha sido la menos deshonesta y, encima, estaba intentando salvar a Alicia. No es como si hubiera ido a por la familia de Carmen.
Un desastre, vamos.
Pero, eso sí, lo que sí nos han dado ha sido un beso entre Laura y Víctor, que ya ha sido el despiporre y el festival del absurdo. Durante toda la temporada se ha desaprovechado brutalmente tanto la relación entre ellos como el hecho de que estuvieran infiltrados como matrimonio: Laura y Víctor eran herramientas para investigar el caso, punto, no personajes que tuvieran personalidad o una historia detrás, más allá de las leves trazas expuestas en el primer episodio (¿hemos vuelto a saber del marido de Laura o de sus problemas para concebir? No, en absoluto).
Así que, vamos, que salgan con el beso sin que hubiera tensión sexual no resuelta, ni alguna escena entre ellos que no fuera investigando es de chiste. De chiste.
Imagino que tendremos segunda temporada, sobre todo por las audiencias que ha estado teniendo, así que pido, por favor, que dejen de tomarnos por lerdos y nos den una serie más consistente que lo que ha sido esta primera temporada de Bajo sospecha. Porque, la verdad, ha sido bastante decepcionante este primer caso.