Revista Cine

Decíamos ayer... De Profundis. Oscar Wilde.

Publicado el 10 octubre 2017 por Meg @CazaEstrellas
"También tengo que aprender a ser feliz. Antes sabía serlo o creía saberlo por instinto. En mi corazón reinaba siempre la primavera, la alegría de vivir era pareja de mi temperamento. Como se llena una copa de vino hasta los bordes, colmé yo  mi vida de placeres. Ahora me acerco a la vida con una visión completamente nueva, y a menudo me será muy difícil concebir tan solo la felicidad."
Decíamos ayer... De Profundis. Oscar Wilde.
Oscar Wilde (1854-1900) se encontraba en los más alto allá por 1895. Casado con Constance Lloyd, con dos hijos, social y literariamente muy bien posicionado, parecía que había alcanzado el techo de la felicidad, pero no fue así. En 1891 conoció al hijo del Marqués de Queensberry, con quien trabó una amistad demasiado íntima. Posteriormente, el Marqués le tachó de sodomita, y abrió un proceso contra Wilde, lo que llevaría a este a ingresar en la prisión de Reading durante dos largos años.
Es allí donde el autor  escribe a Bosie (Lord Alfred Douglas),  haciendo balance de su vida y de lo sucedido, y es en ese momento cuando el lector se convierte en testigo de su personal y dantesco descenso a los infiernos. Nace así "De Profundis", obra póstuma denominada inicialmente "Epistola in Carcere et Vinculis".
Despojado de su familia, de su nombre, de su posición y de su éxito, el escritor reflexiona sobre su obsesión por Bosie, una obsesión que le llevó a olvidarse de su incondicional mujer e hijos. Wilde se muestra vulnerable y sensible ante el conquistador, caprichoso y embaucador lord. El lector se siente impotente presenciando cómo tropieza con la misma piedra una y otra vez, cómo perdona todo oprobio, engaño y abuso en tan lamentable relación. Wilde es ninguneado, abandonado ante la enfermedad, es víctima del brutal maltrato psicológico al que es sometido; fue víctima permanente de la ambición y del egoísmo del deletéreo amante Bosie, un joven inmaduro cegado por el odio que no solo abandonó a Wilde en los malos momentos, sino que siguió aprovechándose de él al hacer públicas las cartas que aquel le escribía. Pese a ello, el autor tan solo invita a la reflexión, sin odio alguno entre sus letras.De profundis es el balance de una vida, el arrepentimiento de los errores cometidos, la necesidad de expiación y de empezar de nuevo, de ser feliz y sobreponerse a los acontecimientos, y es que en esa soledad entre cuatro paredes Wilde ve destellos de luz, de esperanza. Se adentra en la espiritualidad y descubre la figura de un Cristo humano a través de su propia experiencia, sobre lo que reflexionará en profundidad.
El escritor comienza a pensar que tanto sufrimiento le ayudará a reconstruir  su vida y encontrar la paz en un nuevo camino presidido por la humildad, despojado de todo materialismo. Ve nuevas posibilidades en el arte y en la vida en general, tiene nuevos propósitos, propósitos que, lamentablemente, no llevó a cabo cuando, arruinado al salir de la cárcel, intentó llevar una nueva vida con un nuevo nombre en París... pero no pudo ser. Murió el 30 de noviembre de 1900 a causa (al parecer) de una meningitis.Un libro conmovedor cargado de reflexiones donde el lector se adentra en el alma torturada del escritor, donde no quedarás indemne tras la lectura, donde llegas a sentirte como un intruso por la intimidad revelada. Estamos ante una lectura inolvidable; en mi caso,  fruto de una conversación casual con mi socia en la que acordamos leerlo y comentarlo juntas (hasta ahora solo había leído fragmentos). Imprescindible (a ser posible, con una traducción decente). "Ya he dicho que tras el dolor siempre está el dolor, pero es mejor decir que tras el dolor siempre hay un alma,  y burlarse de un alma torturada es una cosa horrible. La vida de quién tal hace no puede ser hermosa."

Volver a la Portada de Logo Paperblog