Muchas noches acude tu nombre a mis labios
y te susurro en la penumbra,
tratando de recordar como era tu figura
que tan bien conociera en aquel tiempo
en el que éramos dos solteros sin prisas
buscando un instante de amor fugaz
que nos quitara el tedio de la vida.
Por las mañanas recito en silencio un poema
y espero que mis plegarias te lleguen infinitas
en las pesadillas de tus sueños más verdaderos,
y descubras como el paso de las horas
no hacen más que marchitarnos
al sentirnos tan lejos el uno del otro.
En las tardes de lluvia te observo
en el pasado abrumador de mis nostalgias
y me encuentro perdido en esta paradoja literaria
sin saber bien que rumbo tomar,
o si el destino que teníamos planeado
puede volverse en contra de nuestros temores
oscureciendo para siempre estos frágiles corazones.
Y llega el instante en que nos perdemos
en los brazos de otros amantes pasajeros
como lo fuimos en aquel tiempo
en el que éramos dos rebeldes sin prisas
por tomar las decisiones equivocadas
de separarnos por el resto de nuestros días.
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