Revista Cine
El amor lo cura todo
En su segunda película, Declaración de guerra (2012), la actriz, guionista y directora francesa, Valérie Donzelli, cuenta parte de su vida personal, centrándose en la dramática experiencia que vivió con su actual pareja, el actor Jeremías Elkaïm, cuando descubrieron que su hijo tenía una grave enfermedad. Las varias pruebas que los médicos tuvieron que hacerle y la terrible espera que ellos debieron soportar para conocer cuáles eran los resultados hicieron que su amor fuera aún más fuerte, como se muestra de forma muy original y emotiva en la película. Ambos actores interpretan a la pareja protagonista, algo que da más cercanía y verosimilitud a su propio relato y ayuda a que el espectador congenie con la gran química que hay entre ellos. En el Festival de Cine de Cannes fue muy bien acogida y es que Declaración de guerra es, ante todo, una preciosa historia de amor y uno de los films más atrevidos y llenos de vitalidad de los últimos tiempos.
La película empieza con un ritmo rápido y desde el principio ya sorprende el planteamiento de Donzelli a la hora de cómo contar su propia historia. En la primera escena, durante las letras de crédito, vemos a su personaje con un crío al que le hacen un escáner de la cabeza y con un zoom, con fundidos entre medio, la cámara se va acercando a los ojos de ella para trasladarnos al pasado y contar así su experiencia. En ese mismo momento pasamos a una discoteca y allí la vemos mirándose con un chico, hasta que se deciden juntarse y hablarse y darse cuenta de la casualidad de sus nombres: él se llama Romeo y ella Juliette. Ahí empezará su bellísima historia de amor. Y en un abrir y cerrar de ojos, o sea en unos cuantos planos y con una bonita canción de fondo, el espectador verá lo bien que se lleva la pareja y los diferentes momentos que pasan juntos hasta que tienen un hijo, Adam. A partir de entonces empezará su calvario al darse cuenta de que la criatura llora más de lo normal y, cuando tiene más o menos un año, se fijarán de algo anómalo en él ya que no anda, vomita y tose mucho. Lo llevan a la especialista y ésta se dará cuenta de una asimetría facial que no sabe por qué se debe, y ahí empezarán las pruebas e investigaciones.
¿Qué es lo que hace Donzelli para que su historia sea diferente, original y emocionante? Pues se nota que cada cierto tiempo quiere sorprender al espectador, tanto con canciones totalmente diferentes en la banda sonora como con lo que quiere transmitir y de la manera en cómo lo hace. Esto se nota mucho en la primera mitad de la historia, con apariciones también de dos voces en off, una femenina y la otra masculina, alternando los momentos en que van narrando las vivencias de los protagonistas. Lo que choca en esto es que no es todo el rato así. Cuando nos vamos acercando al final, la intención de Donzelli de sorprender y de contar su historia de manera bien diferente ya no es tan constante y hasta parece quedarse en un punto en el que el espectador siente que no sabe hasta cuándo puede durar la historia. Pero eso es lo único extraño que uno puede sentir en esta película, ya que otro punto muy a favor para Donzelli es su magistral lección de mostrarnos unos personajes tan vivos y tan bien construidos y contarnos las emociones que sienten de forma tan emotiva. Es de elogiar cómo trascienden los sentimientos de estos personajes al espectador gracias a una gran interpretación de todos los actores y de una puesta en escena tan bien pensada de Donzelli. Hay que decir que hacer una propuesta tan arriesgada como esta y, a la vez, conseguir que el espectador sienta tan de cerca todo el suplicio que están pasando los protagonistas, junto con su historia de amor tan intensa, es algo que no muchos pueden conseguir y Valérie Donzelli lo ha logrado y con creces.
"Una bella historia en la que predomina el amor de una pareja y su lucha por la vida de su hijo al que le diagnostican una grave enfermedad"