Este 8 de marzo conmemoramos un nuevo Día Internacional de la Mujer, proclamado en 1910 en homenaje a trabajadoras textiles quienes, luchando por mejores condiciones de vida y laborales, murieron quemadas por sus patrones el año 1857. Siglo y medio después, las mujeres –trabajadoras todas-, en la casa, la fábrica, la cadena de producción, el servicio público o la calle, seguimos en pie de lucha por nuestras libertades y derechos que no se negocian.
Transcurrido un año del gobierno de derecha y empresarial de Sebastián Piñera, asistimos con indignación y rabia al incremento brutal de la pobreza, el desempleo, el trabajo precario, la coacción de libertades, la represión y la aplicación de la ley antiterrorista para acallar la protesta social. Otros hechos como la ola de despidos en el sector público y privado, la negación del aborto y criminalización de mujeres que piden interrupción de sus embarazos, la violencia femicida que alcanza a medio centenar de muertes, el castigo y persecución a la libre opción sexual, la escandalosa pedofilia sacerdotal con Karadima a la cabeza, la autoritaria instalación de una virgen en la JUNJI, el aval oficial a las mentiras de una intendenta, las reformas educativas que prolongan la desigualdad y segregación social, las alzas repetidas de servicios básicos como el Transantiago, demuestran con claridad el carácter de este gobierno: neoliberal, capitalista, excluyente, aliado con el más acérrimo fundamentalismo religioso y económico, violento y controlador de los cuerpos, las vidas y las libertades de las personas.
No obstante, la Concertación no puede eludir la responsabilidad política histórica que le cabe por la situación que hoy vivimos las mujeres. En sus 20 años de gobierno nos negó la titularidad de derechos plenos, al transar nuestras justas reivindicaciones y al rendir pleitesía a la derecha política, a los empresarios y, sobre todo, a los jerarcas católicos, con su añeja dictadura moral que encubre crímenes impunes. Si bien instaló una estructura de género en el Estado, y aprobó algunas leyes orientadas a una mayor igualdad, lo cierto es que no modificó estructuralmente el sistema patriarcal imperante, que permanece hoy instalado en la institucionalidad pública y en la sociedad chilena. En lo económico, administró el modelo neoliberal heredado de la dictadura, mientras en lo jurídico legal la Constitución pinochetista no sufrió cambios sustanciales.
Hoy, al conmemorar nuestra fecha más emblemática, denunciamos la persistencia de condiciones -en lo público y en lo privado- que son desiguales, inequitativas, violentas y discriminatorias hacia las mujeres, lo que nos impide gozar efectivamente de los derechos humanos consagrados por la comunidad internacional. Las condiciones de las trabajadoras son cada vez más precarias: el 49% de las jefas de hogar está bajo la línea de pobreza, sólo el 20% tiene contrato estable, y en los hechos, el salario de las mujeres sigue siendo entre 15% y 30% menor que el de los hombres por un mismo trabajo.
Las mujeres le decimos al gobierno de la derecha que no aceptaremos un post natal que refuerce la segregación del mercado laboral y la flexibilización del trabajo, retroceda en derechos ganados y deje intocada la división sexual del trabajo. El post natal de 6 meses debe ser para todas, paritario y obligatorio para los padres, y complementarse con un permiso parental –y no solo para las mujeres- en caso de enfermedad de los hijos e hijas.
Nuestra libertad y autonomía está ausente en los discursos sobre aborto terapéutico y de reconocimiento de las uniones de hecho. El control del cuerpo y la capacidad reproductiva de las mujeres es aberrante: tumbas vivientes de fetos muertos o por morir, vidas perdidas o en riesgo por tratamientos médicos postergados, gestaciones producto de violaciones que obligadamente deben llegar a término son algunas de las situaciones en que nuestra decisión de abortar tiene que hacerse en la clandestinidad y de manera insegura. La moral medieval que impone a las mujeres la maternidad como destino, y no como opción, se refuerza con la protección exclusiva a la familia tradicional en la ley y la política pública. La intención de dar a las distintas maneras en que construimos familia –en parejas heterosexuales, lésbicas, de identidades de género diversas, o sin pareja- un estándar distinto al del matrimonio heterosexual es un acto discriminatorio y anti libertario.
No es suficiente haber tenido una mujer en la presidencia si en la vida cotidiana continuamos siendo violentadas, excluidas de la toma de decisiones, discriminadas en el trabajo, y subordinadas. No es suficiente tener algunas ministras y gerentas, si la mayoría de las mujeres carece de alimentación adecuada, de educación de calidad, de un trabajo digno, de un descanso reparador, de una maternidad voluntaria, de una sexualidad elegida, de una vida libre de abusos. No es suficiente tener mujeres en la educación, las artes y en las ciencias, si esa cultura no está al alcance de todas. Nada puede ser suficiente si no es para todas.
Por todo ello, frente a la sociedad chilena toda, este 8 de Marzo exigimos
- Posnatal universal de 6 meses, paritario y sin flexibilización.
- Seguridad social, pensiones y salarios dignos, justos y en igualdad con los hombres para todas las mujeres sin excepción.
- Sindicalización automática y desafiliación voluntaria.
- No a la flexibilización laboral, no al trabajo precario, no al trabajo esclavo, no al trabajo infantil.
- Aborto libre, seguro, gratuito y legal. ¡Basta de penalizar a las mujeres que abortan!
- Maternidad voluntaria, protegida y segura, y acceso universal a la anticoncepción
- Basta de violencias contra las mujeres y niñas: No al femicidio, a la violencia sexual, a la violencia en las relaciones de pareja, a la violencia simbólica, a la violencia institucional. Tenemos el derecho a vivir libres de todo tipo de violencias.
- Basta de violencias y discriminaciones a las mujeres lesbianas.
- Reconocimiento de las diversidades sexuales.
- Basta de violencias y discriminación contra las mujeres de pueblos originarios. ¡Cese de la militarización de territorios de pueblos originarios. Derogación de la Ley Antiterrorista en todos los ámbitos.
- Estado laico. ¡No más símbolos religiosos en las entidades públicas!
- Protección de nuestros recursos naturales y de los servicios públicos. ¡Basta de vender Chile!
- No más concentración económica de los medios de comunicación.
- ¡Basta de privilegios, basta de riqueza obscena, basta de dominación patriarcal neoliberal!
¡MUJERES A ORGANIZARNOS!
¡Todos nuestros derechos garantizados ahora y siempre!
MARCHA: 8 DE MARZO
DE ESTACIÓN CENTRAL A LA PLAZA DE LOS HEROES
HORA 18:30
¡ Invitación a la Marcha, Escúchala !