Revista Diario

Declaración definitiva

Por Zeuxis
DECLARACIÓN DEFINITIVA

mi cueva

A Nidia

que me ha enseñado a amar todos los días.

Amor…

Yo he visto animales monstruosos

Atravesar sin ser vistos

las abandonadas carreteras.

He sentido en la tiniebla de la selva

el furor de la sed de los vampiros

aleteando contra la madera.

He observado la niebla,

tragándose glotona

todo lo verde, le encanta lo verde.

He soportado la lluvia

con sus alfileres destrozándome el rostro,

he conocido abismos

donde los gritos temen caer

y soledades desérticas

donde el sol no descansa jamás.

Montañas curtidas,

hechas polvo y soledad.

Casuchas

donde niñas harapientas

barren la madrugada

con las plumas de los gallos.

Amor…

Si no te basta tu mundo

te doy el mío

tan repleto de cosas ciertas como inimaginables:

días donde lo único que te persigue

es una misma sed de sentirte perdido

y crepúsculos que se van desplomando

sobre la paz con su jauría de mosquitos.

He visto amanecer sobre la cima de un páramo

al ojo de Dios

Y mis dedos casi muertos por el frío,

anclados al desespero

de regalarle un sol a mis pupilas

naciendo de lo más profundo de un nevado,

resolvieron muchas veces

una entrega de hielo a cambio de sonrisa.

He aguantado cosas horribles,

incomprensibles para el ojo:

nieblas peleando y volviéndose añicos contra los labios,

aullidos temblando a tientas en lo blanco

y los gemidos de un perro

desamparado en lo invisible.

He salvado de las aguas turbias de un río

troncos despedazados que servían para fogata

y lanzándome los rápidos arremolinados,

donde los pescadores temían tirar sus atarrayas

para ahuyentar los ojos obsesionados de los caimanes,

he jugado a ser niño de nuevo.

He perseguido iguanas multicolores

que me enseñaron la altura de los eucaliptos,

he visto niños que en sus pies

tenían el mapa del país

andado muchas veces,

he llegado a cantinas de pueblo

donde solo se vende la monotonía

y las putas son viejas compañeras

para hablar de las tristezas,

he visto ríos

que se han desbordado sobre carreteras completas

e incendios

que se sienten palpitar, todavía, calientes sobre las piedras.

He visto la danza de los flamencos

y lunas llenas con sabora lobo,

he sentido el poder de un hongo

destrozándome por dentro todo lo que creía.

He vivido entre indios

que te hablan con el machete siempre en la mano

Y con exóticas indígenas

que te susurran algo escondido en los senos.

Amor…

He vivido todo

o casi todo

para sólo poder llegar hasta tus brazos,

he recorrido el mundo,

me he adentrado en la guarida del Mohán

y sólo he encontrado libélulas.

He andado por caminos sin camino

detrás del Hojarasquín del monte

y sólo he encontrado el olor de las guayabas

endulzando las noches.

He buscado a la Patasola

y me he quedado absorto

con el hielo levitando sobre las cosechas de trigo hasta tostarlas.

He ido detrás de las brujas

pero sólo me he encontrado con mujeres locas

que perdieron a sus hijos en la guerra.

He sentido disparos en la madrugada,

he visto hombres caer con agujeros en la frente.

He sentido todo,

la agonía,

la muerte,

y he vivido

el mundo

para ser el hombre

que es todos los hombres.

Este hombre…

Te amo.


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