Decoración estilo kitsch

El estilo kitsch se encuentra en las antípodas del minimalismo. El interiorismo al servicio de formas y colores extravagantes.

Si el mundo se dividiese en dos bandos, muy probablemente quedarían por un lado los seducidos por corrientes minimalistas y por otro los amantes de lo kitsch.

El estilo kitsch aparece en Munich, allá por 1860, como expresión artística de una clase burguesa que aspiraba alcanzar las cotas intelectuales de la élite cultural. El término caracterizaba estéticas empobrecidas y fáciles de comercializar. No obstante, con el paso de los años (y de los siglos), el estilo kitsch ha derivado en una corriente subversiva, ecléctica y rompedora; triunfante en todas las esferas del arte. Bien -diréis-, pero qué podemos aportar en el campo de la decoración. Vamos a ello.

Ambientación. El entorno será único en cierto grado, extremo. Dominarán el carácter divertido y colorista. Asimismo, no existen límites estéticos, ya que cualquier pieza llamativa tendrá un lugar. Muchos afirman ( Abraham Moles) que es un estilo ligado a la noción de felicidad, por lo que tiene cabida todo aquello que lejos de la funcionalidad resulte autocomplaciente.

Materiales. No existen fronteras. Pieles sintéticas, plástico, papel, madera, metal... No sirve como regla, pero sí podemos afirmar que encontramos cierta tendencia a la imitación de materiales nobles; por ejemplo, cerámica por mármol.

Objetos. Los objetos se amontonan sin ton ni son, producto del paso del tiempo. El espíritu invasivo del espacio es espectacular. Asimismo, ningún objeto guarda relación (o no tiene por qué) con los de su alrededor. En este caso, más es más. Tampoco encontramos un atractivo especial en las diferentes piezas; hasta atentan contra la idea de buen gusto.

Mobiliario. Los muebles lucen formas extrañas e innovadoras, y destacarán por la presencia de multitud de colores: azul cielo, rosa chicle, rojo, amarillo cítrico... En este caso, comparte líneas con el estilo retro.

Temática. Ya hemos comentado que todo vale, pero encontramos un par de campos en los que sólo se atreve el estilo kitsch: El sexo y la religión. Aunque más que dos campos, hablamos de uno solo. Y es que esta tendencia destaca por la mezcla irreverente y profana de ambos.

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