Fiel amiga y compañera,
en lo bueno y en lo malo,
¡qué suerte he tenido de gozar de tu compañía!
Has sido una superviviente y una luchadora
hasta el último momento de tu vida.
Cuánto me has enseñado,
¡y cuánto me has llenado la vida, Lana!
Tanto, que ahora voy a tener
que volver a reconstruirme
y aprender a vivir sin ti.
Sé que ya estás al otro lado del arco iris
y allí ya disfrutas, sin sufrimientos,
con tus cuatro patitas y todo tu cuerpecito,
jugueteando con otros perritos como tú.
Mi bonitita, mi moninina, te fuíste ayer
y ya te estoy echando tanto de menos...
Gracias, Lana, bonita,
por todo lo que me has dado.
Siempre estarás en mi corazón
junto con mis seres más amados.