Revista Cultura y Ocio
Y no se entienda por león a ese magnífico felino que puebla las sabanas de mi querida Kenya, no. Me refiero a esos febriles devoradores de páginas y más páginas de libros que entretienen sus ratos de ocio sumergidos en un sueño llamado novela. Por suerte, muchos componentes de esa extraña especie que nunca estará en peligro de extinción, durante estos últimos doce meses han tenido a bien dedicarme su tiempo a mí; una autora novata con más osadía que vergüenza. Incluso algunos me han pedido que repita y les brinde otra de mis historias. Pues nada, amigos, aquí la tenéis. Lazo Eterno por fin ha visto la luz y, ni que decir tiene, que me siento igual de extraña, ansiosa y nerviosa que cuando publiqué Cuando pase la tormenta. ¿Quién me lo iba a decir? Hace poco más de un año ni siquiera se me había pasado por la cabeza dedicarme a esto de escribir y ahora… Ya me veis, dispuesta a enfrentarme a los leones de nuevo. Por ese motivo, quiero aprovechar la oportunidad que me brinda tener un blog para daros las gracias a todos los que os habéis atrevido a sumergiros en las páginas que, con mayor o menor acierto, han ido surgiendo de mi febril imaginación. No tengo palabras para agradecer vuestro apoyo y entrega, vuestro tiempo y, sobre todo, teniendo en cuenta los tiempos que corren, los quince euritos que habéis invertido en mis libros. Sin vosotros esto no hubiera sido posible. A todos nos gusta cosechar halagos y alabanzas por nuestros esfuerzos pero, sobre todo, por lo que se pirra el ser humano es por recibir atención. Afortunadamente, en los últimos tiempos yo la he obtenido a montones. Por lo tanto, que nadie me regañe si ahora queda defraudado, porque la culpa de que Lazo Eterno esté hoy en la calle no es mía, sino única y exclusivamente, vuestra. Las palabras y el tiempo que me habéis dedicado han sido los auténticos artífices de que hoy haya tenido el suficiente valor como para lanzarme a la segunda intentona. Y llegados a este punto no puedo evitar decir que me habéis hecho feliz. Pero además, también tengo que pediros un favor: seguid ahí, os necesito. Vosotros sois mi motor y también mi ancla en esta etapa tan novedosa e incierta de mi vida. Me encanta teneros y espero seguir contando con todos. No sólo sois importantes para mí, sois de lo mejorcito que me ha ocurrido nunca. Todos vosotros, mis leones, sois mi sueño.