?A los que sacuden en las manifestaciones, pero de forma especial a los que rastrean los blogs para informar sobre estados de opinión y tendencias subversivas, se cuelan en las redes sociales y espían el correo electrónico en busca de disidencia.
Cuando estudiaba Derecho era amigo de un Capitán de la Guardia Civil que hoy es General y uno de los superjefes del Cuerpo. En aquella época estaba mosqueado porque sus superiores le habían pedido que informara sobre la campaña anti OTAN y él entendía que su misión era garantizar la seguridad ciudadana y no espiar las opiniones políticas de las personas.
¿Captáis la diferencia entre una cosa y otra, verdad? Asaltáis correos privados porque os lo han ordenado y con la disciplina no se juega. Sois buenos profesionales y desde luego dignos de confianza. Por supuesto que creéis que estáis haciendo lo correcto, que es bueno para el país, bueno para el bien común y en resumidas cuentas, bueno para eso que llaman la patria.
Heinrich Böll, el premio Nobel de literatura, escribió que no es lo mismo participar en una guerra justa que morir en una guerra promovida por una marca de jabones. Abrid los ojos para reconocer a quién servís realmente mientras creéis estar sirviendo a vuestro país. Perdonad si me pongo pesado con las citas, pero sabéis quién fue Vincent Van Gogh, el atormentado pintor impresionista que se cortó la oreja y la envió a su amada. Quién iba a imaginarse que a ese señor tan metido en los lienzos le preocuparía algo como la patria. Hay un libro llamado Cartas a Teo, son las cartas que escribía a su hermano. Allí encontré un pasaje que empezaba diciendo “tú tal vez no sabes qué es la patria” y continuaba explicando que la patria son las cosas cotidianas, como por ejemplo “esas muchachas que se cruzan contigo y sonríen”. Yo también creo que la patria son esas cosas, no los colores, las banderas, los uniformes o los himnos.
Todos conformamos el hogar colectivo, y el convencimiento de querer vivir en él, fuertemente sujetos por vínculos emocionales, eso es lo que conforma la patria. Abrid los ojos, amigos policías, agentes secretos y miembros del servicio de inteligencia. No temáis ser infieles a vuestro recto sentido del deber si por fin os dais cuenta de que todos, incluidos vosotros, somos esclavos, muy esclavos, terriblemente esclavos de unos pocos seres humanos que necesitarían mil vidas para gastar el producto del despojo al que nos someten. Esos gobiernos que os envían no son sino marionetas tristes de nuestros amos. Entendedlo, es importante. No marionetas: Marionetas tristes, insignificantes. No cuentan para nada. No son nada, sólo muñecos a los que han dado cuerda.
Vosotros, como todos, tendréis que hacer la declaración de IRPF. Parte del dinero que ingresareis o que os han retenido ya, no irá a financiar la construcción de carreteras, el sueldo de los maestros, o camas de hospitales, sino a enriquecer aún más a los bancos y a las corporaciones privadas de las que somos prisioneros. Por pagar esos impuestos os privareis de muchas cosas que os gustaría tener o regalar, y no será para el bien común, sino para esos que ganan miles de millones de euros sólo con desacreditar a un gobierno para que suban los intereses de su deuda pública.
Vosotros, como todos, tenéis que llenar el depósito del coche con un producto obsoleto que genera una industria decimonónica, primitiva y sucia, que apenas podéis pagar con vuestro sueldo y que hace años que se volvió innecesario porque hay no uno, sino muchos medios alternativos para obtener hoy y sin ninguna espera energía sin límite, gratuita y no contaminante.
Vosotros, como todos, queréis un aire que pueda respirarse y no esté emponzoñado con la basura que nos esparcen desde desde esos misteriosos aviones; queréis vivir en un mundo donde nadie nos amenace con falsas epidemias e infecciones inexistentes para obligar a los gobiernos (es decir, tanto a vosotros como a nosotros) a gastos tan inmensos como inútiles en vacunas y medicamentos; queréis ver hecho realidad el principio de que la soberanía reside en el pueblo y no en la plutocracia sin ética que nos gobierna desde rincones remotos que nunca conoceremos.
Vosotros, como todos, tenéis hijos o los tendréis. Os gusta mirar esas mejillas sonrosadas y pensar que son intocables y siempre lo serán, que nadie puede profanar la pureza de esos niños, que sus vidas son sagradas y su futuro debe ser feliz y bonito. Por ellos, por su seguridad, por su prosperidad, lo haríais todo. Pero veréis esos rostros surcados de ojeras violáceas porque cuando crezcan tendrán que trabajar de sol a sol para poder pagar a precio de oro los suministros y la hipoteca. Veréis cómo el blanco de los ojos se les pone amarillo por el agotamiento. Quizá contraigan cáncer a edad temprana a consecuencia de los estrógenos artificiales de los productos de limpieza o los pesticidas que respirarán, o de los aditivos químicos de la comida que comerán. No podrán salir a tomar el sol sin protectores para no contraer cáncer de piel, y tampoco con protectores, para no ser víctimas de la química que contienen. Sus pulmones se volverán negros a edad temprana a consecuencia de la basura que respirarán en lugar de aire. Antes de los cincuenta se tornarán enfermos crónicos de hipertensión, diabetes, fibromialgia y otras enfermedades degenerativas derivadas de la alimentación y el estilo de vida que se verán forzados a llevar. Nunca serán libres, nunca serán felices, nunca serán prósperos. Arrastrarán una vida de cansancio y sufrimiento pugnando por llegar a fin de mes, cercados por la enfermedad y amedrentados por el miedo al despido, al desahucio y a la indigencia. Durante toda su vida adulta sentirán miedo, ansiedad e incertidumbre. La extrema competitividad que se producirá para tener un empleo basura en lugar de estar pidiendo por la calle les hará olvidar la nobleza y perder la dignidad.
¿Os permiten saber a vosotros, policías, agentes secretos y miembros del servicio de inteligencia, que se prepara para nosotros un futuro en el que tendremos que suplicar por la comida porque se están esparciendo por el mundo las semillas estériles patentadas? ¿No sabéis qué son? Semillas de las que creen plantas que no podrán reproducirse, por lo que cada vez que los agricultores quieran hacer una nueva siembra, tendrán que volver a comprar a los amos más partidas de semillas estériles patentadas. Una simple espiga de trigo tendrá un precio que sólo dependerá de lo que esos amos deseen ¿Es eso lo que queréis para vuestros hijos, que trabajen hasta la extenuación a cambio de un mendrugo de pan? ¿Qué tal si utilizáis vuestra vocación por la investigación para informaros? ¿Qué tal si hacéis públicos los resultados de esas investigaciones para que todo el mundo sepa qué está pasando? ¿Qué tal si tomáis las herramientas que el sistema os proporciona para espiar y reprimir a los ciudadanos y comenzáis a usarlas para ayudarnos a desmontarlo?
Ni siquiera podéis imaginar la maldad a la que servís cuando creéis estar sirviendo al bien. Sois esclavos, como nosotros, pero también carceleros. Sois su guardia pretoriana, su apoyo, su más fuerte garantía de que podrán transformarnos a todos nosotros pero también a nuestros y vuestros hijos en algo menos que animales suplicantes de sustento. Esto no es lo que creéis o lo que os dicen. Por primera vez en la historia, no se trata de la lucha de una facción contra otra, de una filosofía del mundo contra otra, del capitalismo contra el marxismo, la izquierda contra la derecha, de los rojos contra los azules, de una mitad contra la otra mitad: Es la lucha de toda la Humanidad contra las cadenas que nos están imponiendo unos pocos.
No os pido insurrección (sobre todo a fin de no incurrir en un delito de proposición para la sedición del artículo 548 del Código Penal), sólo conciencia. Cuando os encarguen espiar los correos electrónicos de vuestros conciudadanos y rastrear la redes sociales para identificar a los promotores de las manifestaciones, tened en cuenta que los espiados no son terroristas, ni asesinos, ni antisociales, sino personas decentes que aspiran a vivir en una sociedad decente, ciudadanos que no quieren ser esclavos, que no quieren vivir de rodillas, que no quieren suplicar ni ser despojados de su dignidad. Nosotros somos vuestros iguales, vuestros hermanos y vuestra patria.
Queremos que estéis ahí para protegernos, para cuidarnos, para librarnos de nuestros enemigos, no para ser vuestras víctimas. Vosotros, policías, agentes secretos y miembros del servicio de inteligencia, seguramente habréis visto LA VIDA DE LOS OTROS, esa bella película en la que un colega vuestro de la antigua Stasi llega a comprender y a respetar a las personas a las que estaba espiando. Seguid su ejemplo.
El momento es ahora. Si entendéis lo importante que es lo que está pasando, si pudierais ver el mundo de terror al que nos dirigimos, os uniríais a nosotros y entonces podríamos quitarnos los grilletes unos a otros, dejar hablando solos a los muñecos de trapo del gobierno y la oposición y caminar hombro con hombro a los castillos donde se ocultan los amos para quitarles el poder y poder decir por primera vez que somos libres.
José Ortega
Cartagena 1958
Licenciado en Historia Antigua y Atqueologia (Universidad de Murcia 1980)
Licenciado en Derecho (Universidad de Murcia 1982)
Cursos de doctorado en Historia Antigua (Universidad de Murcia 1990/1991)
Abogado en ejercicio. En 2008 fundó la plataforma Nacional de Afectados por la Ley de Costas y consiguió en 2009 que el pleno Parlamento Europeo declarase que España estaba cometiendo abusos contra los débiles.
Ha coproducido tres largometrajes de ficción y ha dirigido tres series documentales sobre Antropología para TV, el documental de 50 minutos LIbres pero sin alas (sobre la defensa colectiva en materia de ley de costas), el largometraje documental MAYO, sobre la Spanish Revolution, y otros trabajos.
Ha publicado tres novelas sobre mitología mediterránea, entre ellas la única escrita en español sobre el mito de Gimgamesh, que constituye la primera obra literaria de la humanidad, relata la búsqueda de la inmortalidad y contiene los famosos precedentes prebiblicos del Diluvio. Ha publicado también La resurrección mágica, sobre antropología de los cuentos populares, y numerosos artículos en revistas científicas.
Es autor del programa de radio El arquero encantado, sobre antropología y tradiciones populares.